Las frases olvidadas de Francisco | Editorial


- Publicado en Abr 27, 2025
- Sección Columnistas, Lo Mas Reciente
Hace siete años, las palabras del papa Francisco resonaron en Villavicencio como un llamado a construir una sociedad basada en el respeto, la paz y la reconciliación. En un contexto marcado por el conflicto y las heridas históricas, su mensaje trascendió lo religioso para convertirse en un manual ético para la vida en comunidad. Sin embargo, hoy, ante la ola de feminicidios, el resurgir de grupos violentos y la normalización del odio, cabe preguntarse: ¿dónde quedó aquella sabiduría que prometía transformar corazones?
El papa Francisco insistió en Villavicencio en que “las mujeres fueron portadoras de las buenas noticias del Evangelio e hicieron historia” e insistió en otros escenarios que “la violencia contra la mujer es una profanación de Dios”.
Pero ese llamado se ha ahogado en sangre. Los recientes feminicidios en la región no son solo crímenes aislados: son síntoma de una cultura que sigue viendo a la mujer como objeto. Cada caso expone la indiferencia social y estatal ante el machismo arraigado. ¿De qué sirven los discursos sobre dignidad si no hay políticas públicas rigurosas, educación en igualdad y justicia expedita para los agresores?
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También, el proceso de paz colombiano, que tanto inspiró al Pontífice, hoy es aprovechado por grupos delincuenciales que operan en la sombra. Estos actores, lejos de sumarse a la reconciliación, han convertido los vacíos institucionales en territorios de control. La paz no puede ser un botín para quienes siembran miedo. Como advirtió Francisco, “Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso”, sentenció y el tiempo le ha dado la razón.
Mientras el papa hablaba aquel 8 de septiembre de 2017 en la capital del Meta ante las víctimas de “encontrarse en el diálogo”, hoy priman los mensajes de división. Las riñas callejeras, la violencia intrafamiliar y los discursos que estigmatizan al diferente reflejan una sociedad que ha normalizado el conflicto como forma de relación. La reconciliación no es un acto político: es un hábito cotidiano. ¿Cómo esperar unidad si desde las redes sociales, los hogares y las calles se siembra resentimiento?
Las enseñanzas del Sumo Pontífice no son patrimonio de los católicos; son principios universales. Respetar a la mujer, trabajar por la paz y elegir el diálogo ante el odio no son opciones ideológicas, sino imperativos humanos.
Las palabras del papa fueron semillas; ahora toca regarlas con voluntad. La memoria de las víctimas y el futuro de la ciudad y la región lo exigen.

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