sábado, 5 de octubre de 2024
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Loriana, trazos de historia desde la selva


Loriana, trazos de historia desde la selva 1
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Redacción PDM

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La artista villavicense lleva las pinturas de los petroglifos del Chiribiquete a Houston, mediante una técnica que combina la caligrafía con el grafiti, en una especie de danza de pinceles.

Por Jhon Moreno

Cada vez que hace un proyecto artístico, Loriana Espinel sabe que en alguna parte de sus obras está el Llano, el Amazonas y Colombia.  A pesar de que hace 25 años se fue del país para Estados Unidos, conserva en el alma su llaneridad y los refleja en sus trazos, además porque de familia le han enseñado a amar la tierra en que nació.

Es hija de Eduardo y sobrina de la antropóloga Nancy Espinel, dos personas que con sus relatos y libros han dejado legados para que la historia del departamento y la región no se pierda en anaqueles o en la memoria de las nuevas generaciones.

Ella, por su parte, recuerda su adolescencia como estudiante del Colegio Bachillerato Femenino, recibiendo clases de arte a través de escultura y pintura, luego de que en su niñez embadurnara con pintura casi todas las paredes de su casa.

Al terminar los estudios básicos viajó a Bogotá y se inscribe para estudiar artes en la Universidad de los Andes, en donde casi no termina la carrera, paradójicamente por su acercamiento al teatro sensorial.

Hice parte de ‘El hilo de Ariadna’, una obra estrenada en los años ochenta, y dirigida por Enrique Vargas, que fue un hito en los espacios creativos bogotanos, consolidando la creación de El Teatro de Los Sentidos. Trabajé con ellos una década y casi no me graduó porque viajé a Europa con la obra, la cual exploraba el lenguaje sensorial”, recordó la artista villavicense.

No era actriz, se trataba de una obra que se desarrollaba en 400 metros cuadrados, en el que la pintura y los sonidos recorrían un laberinto para que la gente que asistiera e interactuara con 15 personajes.

Aunque Loriana Espinel no se dedica de tiempo completo al arte, su experiencia le valió recientemente una convocatoria para exponer en la Sabine Studios Houston, una de las galerías más importantes de esa ciudad en Texas, en la cual exhibe obras que le han dado un nuevo lenguaje a lo que desea expresar.

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Con el estudio de la caligrafía gótica, japonesa y árabe, descubrí el caligrafiti, que está compuesto por la tipografía, como elemento organizador, la caligrafía y el grafiti. Se trata de una pintura interpretada como expresionismo abstracto”, explicó a Periódico del Meta la artista llanera.

Aunque había descubierto cómo practicar los trazos, aún sentía la falta de narrativa en sus obras. En medio de la búsqueda de ese camino, como una epifanía, hojeo un libro de Parques Nacionales donde había fotos de los petroglifos indígenas del Chiribiquete en el Guaviare.

Al comienzo sentía que mis trazos eran vacíos, sufrí de una especie de síndrome de la hoja en blanco que tienen los escritores. Entonces cree conceptos a partir de los trazos ahora tengo historias para contar basándose en las etnias que poblaron aquella región. Algunos pintores empiezan por la forma, yo empecé por el concepto y ya salieron formas”, sostiene Espinel.

Se trata de obras en gran formato elaboradas en acrílico sobre papel, en el que aquellos trazos del Chiribiquete permanecen como un legado invaluable de las culturas precolombinas que habitaron la amazonia colombiana, representando figuras humanas, escenas de caza, animales, patrones geométricos y símbolos astronómicos.

Este proyecto busca reinterpretar estos símbolos desde una perspectiva moderna, utilizando el caligrafiti para conectar el pasado con el presente a través del arte. He convertido las líneas de los petroglifos en trazos caligráficos estilizados. Estos trazos, arraigados en nuestro ser de manera ancestral, nos resultan vagamente familiares y nos invitan a buscar un significado profundo, a sentir una conexión con algo que, aunque no comprendemos del todo, nos atrae poderosamente”, explica la artista.

En su exposición, para cerrar la exhibición de sus obras, empieza con un tema de Alma Llanera, presentando la majestuosidad del Escudo Guayanés que se extiende hasta La Macarena y allí el sonido cambia a la banda sonora de Encanto, la película de Disney, que conecta inmediatamente con los espectadores que no conocen Colombia.

Inspirada en la obra de Antonio Grass Grass, el reconocido diseñador gráfico y artista visual nacido en Santander, Loriana muestra un águila como un homenaje en uno de los cuadros, al igual que una lágrima usada por Omar Rayo.

Es una forma de decirles: “maestros, no seré tan perfecta como ustedes pero estoy intentándolo y me siguen inspirando”, dice.

Frente a si su obra es o no una apropiación cultural, Espinel prefiere referirse a Picasso para decir que sin el arte africano, el español nunca hubiera trascendido: “al menos yo nací en el mismo país que Chiribiquete, crecí con las historias indígenas, cuando hablo de Chiribiquete siento que hago parte de allí”.


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