Mauricio Gaona | Editorial


- Publicado en Jun 20, 2025
- Sección Columnistas, Lo Mas Reciente
En una era ahogada por el ruido digital, donde las opiniones virales suplantan al pensamiento, las pasiones irracionales nublan el juicio y líderes mesiánicos prometen soluciones simples a problemas complejos, resurge con urgencia un valor fundamental: la fuerza serena de los argumentos. En medio de la cacofonía de las «bodegas» y las hordas digitales que opinan sin fundamento, la claridad argumentativa se convierte en el único faro capaz de guiarnos hacia puertos de verdad y estabilidad institucional.
Esta necesidad es especialmente crítica en el ámbito político y jurídico, donde las decisiones afectan el destino de seres humanos y naciones enteras. Un peligro latente es la manipulación de conceptos legales para fines ilegítimos, una amenaza que debe abordarse no con más gritos, sino con claridad jurídica y empatía institucional. Requiere una actitud serena, ajena a los apasionamientos políticos, que anteponga el rigor al grito.
En este contexto, la voz del profesor Mauricio Gaona, abogado constitucionalista, académico internacional, resonó como una autoridad moral y profesional única en el debate organizado por la W y el Grupo Prisa el miércoles de esta semana.
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Su trayectoria está marcada por una tragedia nacional que lo vincula íntimamente con la defensa del Estado de Derecho: su padre fue asesinado en la toma del Palacio de Justicia por el M-19 en 1985. Esta historia personal no lo impulsa al rencor, sino que parece templar su compromiso con la razón y la institucionalidad.
Su intervención sobre la controvertida «consulta popular» fue un magistral ejercicio de desmontaje argumentativo. Con precisión quirúrgica, despiezó esa retorcida construcción jurídica que el ministro Eduardo Montealegre ha querido montar para llamar a una consulta popular y tal vez a una “asamblea popular constituyente”.
El análisis de Gaona, lejos de ser una descalificación visceral, se basó en un desglose metódico: «La posición del ministro tiene cuatro elementos para analizar: es legítimo, es interesante, es sumamente controversial y el último es falso». Con esta frase, Gaona no solo criticó, trazó una línea divisoria clara entre la discusión válida y el error fundamental que, de prosperar, amenazaría el delicado equilibrio de poderes en Colombia. Su crítica fue un baluarte de razón frente a la posible arbitrariedad.
Al final deja un mensaje que el mismo dice, es “a través del tiempo”: “Hay un momento en la historia de cada país, donde el carácter de sus lideres se une al destino de esa nación, ese momento ha llegado, señores magistrados…”.

