Negocio imborrable
- Publicado en May 27, 2019
- Sección Columnistas
La meta de erradicación de cultivos ilícitos, particularmente de coca para este 2019 es de 100.000 hectáreas, es decir 30.000 más que el año pasado, lo cual quiere decir que la apuesta es a erradicar casi un 43 por ciento más.
Aunque nuestro departamento hace rato dejó de ser el principal productor de la hoja de coca, si es cierto que hay una peligrosa resiembra que puede afectar gravemente los logros alcanzados hasta ahora, muchos de ellos a costa de sacrificio de vidas humanas. Se calcula que la resiembra está en un 35 por ciento, lo cual hace más difícil alcanzar el objetivo.
Sin embargo, se espera que en lo que resta del año, los 80.000 millones de pesos destinados para los 2.100 civiles que fueron contratados para arrancar una por una las matas en terreno, sean suficientes. A la Orinoquia llegarán varios de los 100 Grupos Móviles de Erradicación, los cuales también estarán en Guaviare.
Mientras Tumaco (Nariño), Puerto Asís (Putumayo) El Tarra, Tibú y Sardinata (Norte de Santander), serán parte del objetivo; en el Meta se concentrarán en zonas como Puerto Rico, Vista Hermosa y La Macarena.
Desde el 2013 hasta antes de finalizar el 2018, en la Orinoquia se erradicaron un total de 87.224 hectáreas de cultivos de coca de las cuales 52.747 fueron por aspersión aérea y 34.477 hectáreas de forma manual, según el Observatorio de Drogas de Colombia. Estas cifras, en contexto con las nacionales, demuestran el objetivo tan grande que se tiene para acabar con las plantaciones.
Y pese a que la lucha indicara que el glifosato es la mejor salida o al menos la más eficaz los estudios parece revelar cada vez más que su uso tiene efectos sobre la salud humana. Según la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC, siglas en inglés) organismo de la Organización Mundial de la Salud, el glifosato tiene el potencial para generar cáncer en humanos.
“La aspersión aérea con glifosato para la erradicación del arbusto de coca es estructuralmente ineficaz y su uso tiene una elevada probabilidad de ocasionar daño a la salud de la población residente en las zonas rurales de os municipios asperjados”, dice un estudio de la Universidad Externado de Colombia, el cual fue puesto a consideración de la Corte Constitucional.
En todo esto, la cadena más débil es siempre el campesino, pues mientras sufre el abandono estatal y la presión de los grupos disidentes que siguen en el negocio y los ‘nuevos traquetos’, no logra tener la rentabilidad que sí posee el resto de la cadena del narcotráfico. ¿Cómo integrar a los cultivadores con el mínimo vital de recursos? Esa parece seguir siendo la respuesta clave.
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