Se ‘derrumbó’ el Cerro de Colores
- Publicado en Oct 08, 2022
- Sección Villavicencio
Hace dos años, para el mes de septiembre, sonaban bombos y platillos de esperanza gracias a este plan, ejecutado en un sector lleno de delincuencia, armas y microtráfico.
Un esperanzador proyecto impulsado por los mismos jóvenes, que pretendía rehabilitar a muchachos que habían estado en la delincuencia, se terminó por falta de apoyo.
Por Luissa Fernanda Pérez
Julio Rueda y un grupo de jóvenes pertenecientes a barrios azotados por la violencia, iniciaron en septiembre del 2020 un camino prometedor en el que se comprometían a cambiar el estigma que la sociedad tenía de la Comuna 2 de Villavicencio.
Hasta ese momento, los barrios La Salle, Colinas, La Isla, San José, Libertadores y Camilo Torres escondían un tesoro natural del que se desconocía por su difícil acceso, pues a esos sectores no era posible entrar y luego salir con las pertenencias completas. La inseguridad era el pan de cada día.
Fue entonces cuando Julio se apropió de un proyecto y decidió proponerles a los jóvenes hacer de este lugar un atractivo turístico, donde se les brindara un recorrido a los visitantes por la comuna y por la reserva natural, mientras iban relatando la historia de delincuencia y violencia por la que había atravesado su comunidad y demostrar que eso era asunto del pasado.
En un principio, muchos estaban comprometidos: los jóvenes, la comunidad, Cormacarena, la Alcaldía de Villavicencio, y la Gobernación del Meta. Pero ahora, lo que fue bautizado como un “Cerro color esperanza” para transformar vidas, se volvió un cerro de abandono, en el que ya no queda más que el recuerdo de lo que un día fue un proyecto esperanzador para la comunidad.
¿Qué pasó con el cerro?
Uno de los jóvenes que lideraba el proyecto en la Comuna 2 explicó a Periódico del Meta que “otra vez el sector se convirtió en algo pesado, lo habíamos cambiado, pero fue muy poca la ayuda de las instituciones que se habían comprometido. No nos quisieron prestar mucha atención, y como dice el dicho ‘una sola golondrina no llama agua”.
Agregó que “en esos barrios, por primera vez, la gente entraba sin miedo a ver los paisajes escondidos; nosotros derrumbamos esas fronteras imaginarias y les dimos parte de tranquilidad a los habitantes; pero es muy duro cuando está uno solo, apenas a unos pasos del patio de la Alcaldía y la Gobernación”.
Otro de los problemas que también estuvo en contra de quienes lideraban el proyecto fue el poco respaldo en temas de seguridad. Uno de los líderes manifestó haber recibido amenazas de otras bandas por haber intervenido en su intento por mitigar la delincuencia.
Los muchachos habían dejado la delincuencia, pero quienes seguían en los negocios turbios no perdonaban el haber renunciado a esa vida.
“Yo di la cara para que se acabaran los problemas, los hurtos, el expendio de drogas y algunos de los que no quisieron pertenecer al proyecto, estaban enojados por la situación, esto llevo a que hubiera discusiones que terminaron en amenazas, entonces decidimos alejarnos por proteger nuestra integridad y la de nuestras familias”, aseguró.
Por su parte Julio Rueda, director del Proyecto Cerro de Colores, manifestó que “tanto los muchachos, como yo siempre estuvimos solos. Las ayudas eran intermitentes. Infortunadamente, hubo una serie de eventos que no nos dejaron continuar, algunos de los muchachos que lideraban el proyecto, están en la cárcel y todo se perdió”.
Resaltó que la intención fue buena y que benefició en gran medida a la comunidad: “los tenderos podían recibir a los camiones que abastecían sus locales, antes les tocaba dirigirse hasta el Parque de la Cruz y recoger allí los productos porque los carros eran saqueados, también la reserva natural mantenía limpia porque podía ingresar el carro de Bioagrícola”.
Paola Caicedo, secretaria de Gestión Social de Villavicencio, expresó que “por temas de seguridad nosotros dejamos de trabajar con ellos, luego de unos sucesos con jóvenes del barrio La Salle”.
El alcalde, Felipe Harman, sostuvo a Periódico del Meta que “honestamente nos ha faltado fuerza y contundencia, incluyendo a los mismos actores comunitarios, tenemos tiempo para recuperarlo y más ahora que el gobierno ha venido replanteando apoyo a esos esquemas de resocialización”.
Cerro de Colores era un proyecto turístico incentivado por jóvenes que habían estado en la delincuencia.
La experiencia de la Comuna 13 en Medellín
Por otro lado, Cristina Álvarez, habitante y líder del Proyecto en la Comuna 13 de Medellín, hizo un comparativo de los proyectos y sostuvo que “ambos proyectos tienen un objetivo en común: ser ejemplo de superación social. La diferencia es que, en Medellín, la gente se comprometió un poco más”.
La comunidad estaba cansada de tanta violencia, de que los niños y jóvenes estuvieran destinados a la perdición.
“Trabajamos en conjunto y jamás desfallecimos, afortunadamente este es el resultado de personas que quisieron un cambio definitivo, aquí hasta montar un puesto de empanadas se volvió rentable, de hecho, hoy es un lugar imperdible para todo el que visita la ciudad”, indicó Álvarez.
Julio Rueda, resaltó que tiene la intención de retomar el proyecto porque el cree que tiene futuro, quiere darle una nueva oportunidad a quienes quieran cambien su vida y no saben como ni por donde empezar, en ese sentido se dirigirá de nuevo al sector para entablar acuerdos con la comunidad.
La Comuna 13 de Medellín es ejemplo de la resocialización.
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