Tesoros históricos, en encrucijadas urbanas

A través de entrevistas con residentes locales y recuerdos de negocios pasados, se revela parte de la rica historia y las tradiciones perdidas en Villavicencio.

Por Luissa Fernanda Pérez 

“Hermosa estampa tropical, son los divinos paisajes de mi tierra, con mucho orgullo tú eres majestad y capital de la tierra llanera”, entonan los ciudadanos con orgullo el himno de una ciudad que durante 184 años ha tenido cambios que marcan etapas de una generación a otra. 

Esta “estampa tropical” de Villavicencio se enmarca en un momento de la historia, por ejemplo, cuando fue centro de las talabarterías de la región. La que hoy es recordada como la ‘Calle de las Talabarterías’ tenía cerca de 14 establecimientos dedicados al oficio. Llegaban vaqueros de las ganaderías provenientes de lejanos lugares como Arauca y Vichada, en busca de sillas y aperos.

La Calle de las Talabarterías estaba llena de hoteles y pensiones a su alrededor. “Venían dos o tres ganaderías al año, compraban aquí sus sillas aperadas completamente para irse al otro día, eso hizo que se crearan pensiones muy sencillas donde ellos pernoctaban”, dice Juan Corredor, uno de los más conocidos talabarteros de la ciudad. 

“Era bastante el vaquero que venía con el ganado y no pedía rebaja, pagaba lo que era, por decir algo, ‘vale 5 pesos’, ‘bájela’, hoy en día quieren todo regalado y no se puede”, agregó Ceferino Tejedor Preciado, otro de los artesanos que sobrevive en esta calle. 

El oficio se ha ido perdiendo debido a que en la actualidad quedan pocas ganaderías, ya que “los grandes hacendados fallecieron y sus herederos optaron por vender, repartir y no continuar con la tradición ganadera”, explica Tejedor quien agrega que otra de las causas de la caída de la labor es que los fustes de las sillas para caballo, que se fabricaban con palo de mango y se forraban con cuero crudo, ahora son plásticas. 

Almacén

En toda la esquina de esa misma cuadra, se encuentra la Casa del Samán, lugar conocido por ser un restaurante en el que se vende comida típica de la región; sin embargo, esta edificación se construyó en el siglo XX, por cerca de 15 años. 

“Luego de eso se instaló el almacén ‘El Progreso’, que fue un almacén de telas y paños muy famoso que fue el primer almacén que tuvimos aquí en Villavicencio y fue un referente comercial. En este mismo lugar se recaudaban los servicios públicos, por muchos años fue café – restaurante y hoy en día vendemos comida típica llanera y seguimos siendo parte de la historia”, explica Marcó Álvarez, administrador de la Casa Samán del Parque. 

Diagonal a la Cruz Roja, en otra casa esquinera reposaba un letrero amarillo que llevaba por nombre ‘Tienda las once y media, Misael Baquero’, que ahora es la panadería Real Danesa. En épocas pasadas fue el tomadero de vaqueros, abuelos y recordada tienda de artículos propios de la región. Llamada así porque era común que a esa hora se reunieran los amigos, antes del almuerzo a tomar café o un trago de licor mañanero.

Hotel

Aunque antiguamente había posadas sencillas, el exgobernador del Meta, Gabriel López González, en la calle 38 de la esquina de la Plazoleta los Centauros, se inauguró el primer edificio diseñado para ser el alojamiento de personajes importantes que llegaban a la capital. El Hotel Meta ocupaba más de una manzana y en su interior había espacios verdes adornados por fauna y flora autóctona de la región. Era tan grande aquel hotel que hoy su lugar lo ocupan la droguería La Rebaja, panadería Veracruz y el centro comercial Centauros y Marandúa. 

Colegio 

El 6 de agosto de 1905 se fundó el colegio ‘Nuestra Señora de la Sabiduría’, sobre una casona de un piso con doce habitaciones y largos corredores. Las Hijas de la Sabiduría Monfortianas compraron la vivienda para adecuarla como un espacio de aulas educativas. Para el 2017, deciden cerrar sus puertas dejando enmarcados 112 años de trayectoria en la educación de muchas generaciones femeninas.