Transición energética sin transición | Opinión
- Publicado en Abr 13, 2024
- Sección Columnistas
El planeta se está recalentando a un ritmo apresurado, nunca visto. Lo que pone en riesgo la habitabilidad humana en el mismo sino se toman las medidas necesarias en un futuro no tan lejano, de acuerdo con el último informe, AR6, del IPCC.
En la COP28 se logró un consenso planetario denominado “el principio del fin de los combustibles fósiles”, el cual busca acelerar la necesaria Transición Energética que es, palabras más palabras menos, transformar la matriz energética de los países, pasando así, de la extracción y uso de energías fósiles a energías renovables.
Esto, porque de acuerdo con la evidencia científica, el planeta debe limitar el aumento de su calentamiento en 1.5C° por encima de niveles preindustriales y, los combustibles fósiles (Carbón, Petróleo y Gas) son responsables del 75% de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) causantes del cambio climático, los cuales traerán estragos “naturales” que ya se empiezan a presentar en varios países, incluido el nuestro.
Del mismo autor lea: Aún no hay plata para puntos críticos
Para lograrlo, más de 198 países firmaron en la COP28 el “acuerdo de Dubaí” comprometiéndose a reducir los GEI así; un 43% para 2030, 60% para 2035 y acercar la posibilidad de carbono neutro hasta 2050 Es decir, hacer una transición.
Sin el compromiso decido de las potencias contaminantes será imposible
Eso sí, ninguno de los compromisos anteriores se podrá cumplir sin la voluntad decidida de los países desarrollados, responsables de más del 80% de las emisiones históricas de GEI. Entre estos, los cuatro (China, Estados Unidos, India y Rusia) que actualmente más emiten GEI en el planeta aportan el 53%, al incluir los países de la Unión Europea, la cifra sube al 60% y reuniendo a los anteriores en el G20, se concentra el 78% de las emisiones totales.Colombia, por su parte, tan solo emite el 0.4% de los GEI globales, explicado principalmente por la deforestación y la ganadería extensiva.
La política energética del Gobierno Petro
Ante este panorama mundial, el gobierno de Gustavo Petro ha establecido, como una de sus banderas, la necesaria transición energética desde el inicio de su gobierno y viene tomando decisiones políticas para lograrla, tal como se la imagina el presidente.
Las decisiones más gruesas, por su impacto económico y social, tienen que ver con Ecopetrol. De las que se destacan, (1) la suspensión inmediata de nuevos contratos de exploración y extracción de campos con la firma del TNPCF en la COP28 (Donde solo participan 10 países, 9 insulares y Colombia), (2) el recorte del 45% de la inversión en exploración y extracción de hidrocarburos para 2024 y, (3) la disminución del Índice de Reposición de Reservas (IRR) a tan solo el 48% en 2023 cuando en años anteriores la empresa reponía el 100% de las reservas.
La última gran decisión, ocurrió el pasado 22 de marzo en la asamblea nacional de accionistas de Ecopetrol. El evento, contó con mayor cubrimiento que de costumbre porque se definía el futuro de la empresa más importante del país.
En la asamblea, el gobierno nacional pasó la aplanadora y logró su cometido. Eligió nuevos integrantes de la junta directiva, algunos de estos con muy poca experiencia en el sector energético, al tiempo que ratificó a Ricardo Roa como presidente de la compañía a pesar de sus graves cuestionamientos e investigaciones activas y además, modificó los estatutos de esta, para abandonar la vocación petrolera – que da nombre a la compañía – y darle mayor relevancia a la generación de energías renovables.
Inicia así una nueva era para Ecopetrol, la de dejar de ser Ecopetrol. Lo que ya prendió las alarmas por los estados financieros de la compañía para 2023 que se resumen, con la disminución del 43% de las utilidades debido, al mal manejo de la empresa y a la caída del precio internacional del crudo.
La transición, sin transición
Para entender estas decisiones que buscan asfixiar la exploración y extracción de petróleo y gas en el país, es necesario entender que para presidente Gustavo Petro la política de “transición energética es reemplazar toda energía fósil por energía limpia. Es el camino que tiene que tomar Colombia de manera inmediata y rápida”[1].
Es justo ahí, en la decisión política de realizar una transición energética “inmediata y rápida”, sin transición, donde surgen los cuestionamientos y críticas al gobierno Petro. Debido que, por el lado de la oferta, según el último informe anual de reservas y recursos contingentes de hidrocarburos, del mismo gobierno, el país cerró 2022 con reservas de petróleo para 7,5 años y de gas para 7,2 años.
Mientras que, por el lado de la demanda, de acuerdo con la UPME de mismo gobierno, la proyección de la demanda por combustibles de origen fósil de 2022 a 2036 no dejará de crecer y lo hará anualmente así, para gas natural un 0,50%, para ACPM un 0,93% y para gasolina 1,28%.
El país se enfrenta así al peor de los mundos, recortar la oferta mientras crece la demanda, lo que genera un déficit energético que solo se resuelve importando de otros países, a mayor precio, estos bienes que podemos extraer y más barato. Ese es el coste de renunciar a nuestra soberanía energética.
Con un agravante, a la fecha, no existe Plan de Transformación Energética y Productiva de orden nacional y menos, por departamentos productores, que permitan mitigar a mediano plazo los demás efectos negativos (económicos y sociales) que traerá para los colombianos la implementación de una transición energética, sin transición, contra toda evidencia científica y ejemplo mundial.
*Economista, Mágister en Economía del Desarrollo Metropolitano y Regional, docente universitario.
Redes: @DavidMoraNar
Periódico del Meta realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados a tal fin. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular.
