Una mujer del Ejército custodia las vías del departamento del Guaviare

Con 23 años, dos de ellos como suboficial del Ejército Nacional, Natalia Vidal Cantillo reconoce con gran carácter la labor que genera la mujer militar.

Ella lleva sobre sus hombros la responsabilidad de ser comandante, al igual que las presillas del Arma de Infantería, la cual recuerda que «los soldados de esta Arma llevan siempre la responsabilidad de atacar al enemigo, lo cual supone el empleo de todas las tácticas, conocimientos adquiridos en la fase de instrucción y la práctica de virtudes militares, como el valor, la disciplina, la audacia, la lealtad y la voluntad inquebrantable de victoria», la misma que le ha permitido demostrar sus capacidades, lo que hoy la hace sentir una mujer victoriosa.

Desde muy joven demostró aptitudes sobresalientes para la marcha. Con 1,62 de estatura, tono de voz fuerte, cuenta con una personalidad arriesgada y fortalecida por los principios y valores inculcados en el hogar de sus padres.

Nació en el municipio de Caloto, Cauca, un 4 de febrero del 2000; hija de don Nelson Vidal y la señora Omaira Cantillo, hermana de Jhonatan Vidal, quien actualmente lleva 13 años como soldado profesional y, aunque su apoyo fue fundamental para iniciar su proceso como suboficial, no quería que su hermana escogiera el Arma de Infantería, pues muy bien sabía a los riesgos que se enfrentaría en el camino, pero para Natalia la palabra «reto» retumbaba en su cabeza. Habla de ellos con orgullo, pero al mismo tiempo sus ojos se llenan de sentimiento; entiende que dejar a la familia es difícil, pero son ellos quienes la motivan para que continúe siendo ese gran suboficial que con disciplina todos los días representa. Estudió cinco semestres de Ingeniería Industrial en la Fundación Universitaria de Popayán, y su propósito es continuar con su estudio para convertirse en profesional.

«Me siento orgullosa de pertenecer al Ejército Nacional. Para mí es un orgullo orientar a un grupo de soldados profesionales y ser un ejemplo para ellos; saber que los estoy orientando de la mejor manera en la parte militar. Tanto ellos como yo hemos aprendido muchas cosas, al principio es complicado, pero el trabajo de uno les hacer ver que nosotras las mujeres estamos en la capacidad de hacer lo mismo que hacen ellos». Mientras realiza su puesto de control en pro de garantizar la seguridad de los guaviarenses, así se expresa la cabo tercero Vidal, sin miedo, pero como ella misma lo dice: «¡Con orgullo!»

Su paso por la institución se ha convertido en una experiencia única, le apasiona trabajar con los soldados. No le gusta almorzar en el casino, como quizás lo haría un oficial o suboficial, ella prefiere hacerlo en el rancho con los soldados; es su momento más sagrado. Le gusta compartir con ellos, donde aprovecha para recordarles que, sin importar el lugar en donde se encuentren, hay que vivir la vida como un lince, es decir, estar siempre alertas ante cualquier situación.

¡Infantería sacrificada y heroica!

«Para mí el Arma de Infantería es mi vida; es un orgullo como mujer ser de esta Arma, porque es un reto, porque en muchas ocasiones a la mayoría de mujeres siempre nos han orientado por otras armas. Yo quiero ser del arma de combate y quiero desempeñarme realmente como una mujer de Infantería ,y en un lugar de trabajo donde prácticamente uno es la única mujer, es un orgullo».

Esta mujer apasionada por la Infantería se encuentra preparada para direccionar operaciones militares enfocadas a brindar seguridad a las comunidades en el suroriente colombiano. Su compromiso, entrega y profesionalismo la llevaron a ser una de las comandantes de las tropas que se encuentran entrenadas con diferentes capacidades, para brindar seguridad en las vías, áreas rurales y cascos urbanos del departamento durante los comicios de este 29 de octubre.

El rol de la mujer militar siempre será un factor determinante para el Ejército Nacional. Ellas actualmente tienen una participación activa en el crecimiento institucional, y con el paso del tiempo han logrado romper los paradigmas de ver un Ejército de solo hombres, llegando al punto en el que sus superiores crean y confíen en sus capacidades.

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