$2,7 billones | Editorial

Los metenses debemos memorizar bien esta cifra: dos coma siete billones de pesos. Esos serán los recursos que reciba el Meta por regalías en los años 2023 y 2024, de acuerdo al Presupuesto Bienal de Ingresos del Sistema General de Regalías.

No es una cifra cualquiera. Únicamente la Gobernación del Meta está presupuestado que administre 1,7 billones de pesos en estos dos años y el resto para los municipios que reciben los beneficios de regalías.

En épocas en las que se habla de desacelerar la exploración y, como lo revela hoy Periódico del Meta, la caída en pozos de exploración en el 2023 y la desmotivación que tienen las empresas para invertir en la industria, es bueno que los ciudadanos y los organismos de vigilancia sigamos con lupa esta plata, pues podría ser la última billetera abultada que tengamos en varios años, por cuenta de las regalías petroleras.

Ya vimos lo que ocurrió en el departamento con el famoso “raponazo” a las regalías. La parálisis de la economía fue absoluta y tardamos años en recuperarnos, para luego caer en el cierre de la vía al Llano, después la pandemia y ahora, lo que se prevé, el marchitamiento el cierre de la llave en la industria de hidrocarburos.

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Parte de ese dinero será manejado por las actuales administraciones territoriales, pero también por quienes salgan elegidos en las elecciones regionales de octubre, luego, las responsabilidades de lo que pase con esos 2,7 billones de pesos será compartida.

Es verdad que este año se deja el presupuesto administrativo del siguiente, pero por cuenta de unos procesos de empalme honestos, pensando en el bien de las comunidades, estamos seguros de que se pueden idear planes de desarrollo complementarios, de tal manera que el Presupuesto Bienal de Ingresos del Sistema General de Regalías alcance y sea esencial en las obras y proyectos de los gobiernos entrantes y salientes.

Esos 2,7 billones de pesos debemos aprovecharlos: invertir en proyectos productivos que permitan reinvertir socialmente en la región; construir obras con gran impacto comunitario; apoyar microempresas sostenibles que generen empleo y valor agregado, en fin, que en unos años podamos estar orgullosos de que esa enorme suma de dinero fue la chispa adecuada que echó a rodar otro tren de la economía en el Meta.

Esperamos la grandeza de los gobernantes, la clase dirigente de la región y las acciones fiscalizadoras de quienes tienen la obligación de seguirle la pista a esos 2,7 billones de pesos. Como dijo esta semana un cuestionado presidente centroamericano “el dinero alcanza cuando nadie roba”.

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