jueves, 9 de mayo de 2024
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Alma Llanera, el legado de Fernando Lizarazo


Alma Llanera, el legado de Fernando Lizarazo 1
Sus abuelos maternos fueron inmigrantes de origen italiano, huyéndole al hambre de la Segunda Guerra que llegaron a la Altillanura.
Alejandro Monasterio/Especial Periódico del Meta

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Después de muchos años, un reciente concierto de Alma Llanera en Villavicencio, hizo recordar a los nostálgicos del joropo, los parrandos y presentaciones de esta agrupación en escenarios nacionales e internacionales.

El maestro Fernando Lizarazo Galeano nació en Villavicencio el 7 de marzo de 1947. Es una leyenda viva del folclor y la música llanera, una de las personas que ha construido y transformado la escena artística de la región.

Su padre, Juan Lizarazo, campesino originario del municipio de Gambita (Santander), no pudo acceder a la universidad, pero su ímpetu y carisma le permitieron asesorar a profesionales del derecho e incluso trabajar como diplomático en Venezuela. Su madre, María Teresa Galeano, cuyo pasatiempo era tocar un acordeón, era hija de italianos que migraron al departamento de Arauca a mediados del siglo XIX y formaron empresas de producción de alimentos.

En los diversos caminos de la vida, Lizarazo se graduó de la Universidad de América como ingeniero industrial, y de la Universidad Externado de Colombia como administrador de empresas, pero el destino lo llevó a involucrarse en la creación artística desde el conjunto Alma Llanera.

Gracias a un círculo literario en el que se involucró, cuando estudiaba bachillerato en el colegio San Agustiniano de Bogotá, fue que se originó el conjunto Alma Llanera. “A través de la difusión de la cultura llanera en el colegio, nos enfrentamos y superamos el matoneo“, recordó el maestro a Periódico del Meta.

El conjunto comenzó con presentaciones en el colegio que poco a poco llegaron a espectáculos en vivo en radiotransmisoras y diversos teatros del país. Sin la difusión de las redes sociales de hoy en día, y a punta de talento, los artistas lograron publicidad en entrevistas de las páginas de periódicos regionales y nacionales.

Una de ellas anécdotas que comentó Lizarazo fue con el presidente Carlos Lleras Restrepo, cuando los llamó a conformar una delegación de artistas para una gira internacional por Centroamérica, Puerto Rico y México. “Esta fue la primera gran experiencia positiva de Alma Llanera, la confirmación del reconocimiento en el país y el poder llegar a otros pueblos en el continente“, sentenció el folclorista.

En 1974, el conjunto se presentó durante dos meses todos los días en el Radio City Music Hall, ubicado en el Rockefeller Center en la ciudad de Nueva York. En ese momento era uno de los escenarios más importantes del mundo.

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Hubo una ocasión en la que a Fernando, por la fatiga, se le olvidó tocar el arpa y fue gracias a su hermano Gonzalo, también miembro de la agrupación, que mediante un show de maracas llamó la atención del público y se superó el impase minutos después. “En el arte también es importante descansar, hay que estar inspirado para realizar las puestas en escena, pero también hay que tener salud“, recomendó Lizarazo.

En Moscú, durante una noche en un teatro completamente oscuro, tocaron las dos primeras pistas y el público no aplaudió. Esto asustó a Lizarazo, quien llegó a pensar que había pocos asistentes, pero al terminar la tercera pista, las luces se encendieron y el teatro estaba rebosante de asistencia. “Hasta había gente de pie en los pasillos, una multitud de personas que no paraban de aplaudir, realmente eso me llenó el alma“. Un público que los ovacionó solo hasta el final para no interrumpir a los artistas.

En una invitación a ser jurado de un evento artístico que se desarrollaba en un colegio, conoció al amor de su vida y hoy su esposa: Inesita. Ella era copropietaria y docente del colegio; tras varias citas, resolvieron vivir juntos, y con el paso de los años llegaron los hijos. La señora Inés, en esos tiempos desentendida del tema del arte, hoy está vinculada a la música y colabora con su marido en las presentaciones del conjunto.

A principios del siglo XXI, el entonces alcalde de Villavicencio, Omar López Robayo, lo nombró director de la Corporación Cultural de Villavicencio Corcumvi, responsabilidad que asumió con la perspectiva de la investigación, divulgación y conservación de la cultura tradicional llanera, el apoyo a los artistas y la consolidación del arte como pilar de la identidad de Villavicencio.

Sobre la realidad de hoy, el maestro dice: “Creo que están en mora los dirigentes nuestros en el desarrollo e implementación de un programa de culturización y formación, para los niños y niñas, los conductores de servicio público, restaurantes, turistas y profesionales. Toda la población en general debe conocer y apropiarse de sus tradiciones“.

La llaneridad no solo se puede enfocar en quien nació en la región, yo la ampliaría a la gente que, sin haber nacido en la región, la ama. Llanero es el que quiere, ama y cuida lo nuestro“, sentencia Lizarazo.

A sus 77 años, cumplidos recientemente, Fernando Lizarazo se sienta en el balcón de su apartamento en la ciudad, viendo al sol ocultarse entre la sabana, atardecer que lo vio crecer, lo acompaño a tantas presentaciones que su cuerpo pudo aguantar, un amanecer en búsqueda de esa creatividad e ímpetu que lo caracterizan, y como arpista, el mejor joropo que interpreto fue su familia con la señora Inés y sus dos hijos.


Alejandro Monasterio/Especial Periódico del Meta

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