Amas de casa lideraron investigación en ecorreserva

En Acacías cinco mujeres estuvieron al frente de la identificación de animales en un área protegida.   

Imagínese usted a cinco mujeres, amas de casa, liderando una investigación con 27.000 especies entre flora y fauna en un área de 286 hectáreas. Eso fue lo que pasó durante 14 meses en la ecorreserva ASA La Guarupaya, en límites entre Castilla La Nueva y Acacías mediante un proyecto liderado por el Instituto Humboldt, Ecopetrol y Cenit.  

Graciela Ducuara, junto con Yulieth Estrada, Érika Estrada, Angélica Ortiz y Matilde Cortés exploraron y experimentaron la biodiversidad que alberga el territorio. Se trata de una zona rodeada de espesa vegetación, atravesada por un caño y áreas especiales de recuperación, donde la vida florece por todas partes.  

Estas mujeres, escogidas por su deseo de aprender y aportar de manera activa a la conservación de la naturaleza, fueron las ‘biomonitoras’ de la reserva para capacitarse y llevar a cabo los estudios adecuados con el fin de descubrir qué era lo que se escondía dentro del ambiente.

“Recibimos capacitaciones y esto permitió que cambiáramos nuestra visión del mundo y a nivel personal sobre qué queremos hacer en un futuro y cómo queremos preservar y conservar el medio ambiente”, dijo Yulieth, una trigueña, quemada un poco por el sol y biomonitora del proyecto. 

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El conocimiento adquirido con cada recorrido, exploración y obtención de datos fue valioso pero no se pueden dejar de lado las anécdotas que surgían a lo largo del día: “una vez vimos por las cámaras trampa un tigrillo; eran como las 10:00 de la mañana y el animal había pasado hacía como 15 minutos, pero no nos habíamos dado cuenta y claro, nos asustamos”, contó la señora Graciela, la mayor de las biomonitoras.

Recolectar insectos no es una tarea sencilla y menos cuando se trata de aquellos que a simple vista no son fáciles de detectar, sin embargo, para estas mujeres superar obstáculos hace parte de su cotidianidad. A través de trampas y cámaras se logró estudiar los comportamientos de las especies durante el día y la noche.  

Si de observar insectos pequeños o difícil de atrapar se trataba, las mujeres utilizaban la red de golpeteo para acercarse de la manera menos detectable a los árboles, mientras que con una mano sostenían una red y en la otra un palo similar al de una escoba, pero más fuerte, golpeaban varias veces las ramas con el objetivo de que al terminar, observaran dentro de sus redes algunos chinches, escarabajos o mariquitas. Esta hazaña era muy similar al método que se utiliza cuando se busca romper una piñata. 

Durante este tiempo, las biomonitoras no trabajaron solas, ya que con la ayuda de estudiantes universitarios e investigadoras del Instituto Humbolt, unieron sus conocimientos y aportaron a los estudios para lograr mejores resultados. 

Además, toda la dedicación y esfuerzo puesto en el proyecto, tuvo la oportunidad de socializarse en distintos momentos, contando con un total de 20 espacios académicos y la participación de al menos 430 personas de diferentes grupos de interés, que asistieron a la ecorreserva para ser partícipes de lo que allí habita. 

Con recorridos por largos senderos arenosos y a su vez cubiertos de color verde, las mujeres llevaban a los niños, niñas, adolescentes y adultos a sumergirse en el mundo de la naturaleza, contando sus experiencias, cómo llevaban a cabo cada observación, el descubrimiento y resultado final, así como todo el equipo de investigación aprendió del proyecto, los asistentes pudieron llevarse un poco de esto con ellos. 

Finalmente, en la Ecorreserva ASA La Guarupaya continuarán diferentes programas con diversos aliados como la estrategia de reúso de agua de producción para el riego de especies agroforestales.