lunes, 16 de junio de 2025
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Carlos, el ‘papá del barrio’ que transforma vidas


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Carlos Castro, líder cívico del barrio Santa Fe, en Villavicencio.
Luissa Fernanda Pérez

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Ha dedicado más de 30 años a ayudar a los más necesitados y su labor con la dignificación humana, ha dejado huella.

 

“Servicial, hogareño y buena gente”, así se describe Carlos Alberto Castro Betancourt, un hombre que por más de 20 años ha dedicado su vida a ayudar a quienes más lo necesitan. En una pequeña y acogedora casa del barrio Santa Fe en Villavicencio, recibe a gran cantidad de personas, marcando la vida de tantas que es considerado ‘el papá del barrio’.

Oriundo de Cubarral, Carlos nació en 1967, tiene 57 años, es padre y abuelo. Hace 40 años llegó a la capital del Meta y desde entonces se estableció en este sector, que a menudo vive estigmatizado por la ciudad debido a sus problemáticas.

Es un sector que ha sido estigmatizado siempre, pero es muy agradable para vivir. De aquí han salido deportistas, profesionales; lógico que hay problemas. No se puede tapar el sol con un dedo, pero si no fuera tan olvidado por el Estado, probablemente cambiaría”, apunta Castro.

La labor de Carlos comenzó cuando su esposa le sugirió que, en lugar de diezmar en la iglesia, ayudaran a las personas sin hogar. Lo que comenzaron ellos dos, ahora lo continúan cientos de personas que se han unido a la causa de ayudar.

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Carlos Castro, con camisa amarilla, en una de las jornadas de su barrio.

 

Mi esposa dijo: si vamos a diezmar, mejor démoslo a las personas de la calle. Empezamos solos, con una olla para 30 personas, un pan y un chocolate. Lo hacíamos ocasionalmente, cuando el presupuesto nos lo permitía”, relató Carlos.

En ese tiempo, Carlos trabajaba como guardia de seguridad en un conjunto residencial. Los residentes se enteraron de lo que hacía y sugirieron hacer la labor de manera más frecuente

Fue como una bola de nieve que fue creciendo, ya no era cada tres meses, sino cada 15 días u 8 días. Ya no era solo un chocolate, sino una sopa, un sancocho. Así fue creciendo el programa”, explicó el activista.

Carlos no solo ayuda a las personas sin hogar, sino también a las comunidades que lo necesitan. Cree firmemente que la labor social es dignificar al ser humano. “Cuando llegó la ola invernal, conseguíamos ropa, enseres, utensilios, y demás. Eso dio pie para que ayudáramos al abuelo con el caminador o la silla de ruedas. Nos articulábamos con las instituciones para gestionar todo, desde mercados hasta medicamentos e información sobre los programas sociales del Estado”, comentó.

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En el sector, los niños se han refugiado en la música. “Alguien tenía unos instrumentos donados y nos los trajeron. Conseguimos un profesor y comenzamos a ofrecer ocio productivo a los chicos. Inicialmente nos cobraba una cuota por cada niño, pero en la segunda semana dejó de cobrarnos, se enamoró del proyecto y ya lleva seis años con nosotros”, contó Castro.

Aunque las cosas se hacen sin esperar nada a cambio, Dios siempre recompensa las buenas acciones, y esta no fue la excepción. La acción de una persona sin hogar a la que Carlos estaba ayudando a encontrar a su familia le hizo darse cuenta de que su trabajo valía la pena.

Mi esposa estuvo enferma, tenía cálculos renales y pasó ocho días en el hospital. Esta persona preguntaba frecuentemente por su estado y la respuesta de mis hijas era que seguía hospitalizada. El andén de mi casa no tiene ningún tipo de seguridad y él durmió esa semana en el pavimento por si mi esposa necesitaba un riñón para donárselo. Eso me marcó profundamente. Hoy, él se rehabilitó, logró salir adelante y está bien, sirviendo a la sociedad. Me digo: ‘sí vale la pena lo que estamos haciendo”, narró entre lágrimas el trabajador social.

A Carlos le gusta jugar ajedrez, cocinar en sus ratos libres y para él es importante compartir un buen alimento con su familia. “Soy buen cocinero, en las fechas especiales yo preparo las comidas. Me gusta que mi familia disfrute lo que hago”, expresó entre risas.

El activista social está nominado a Titanes Caracol, y aprovecha la oportunidad para que las personas conozcan su historia, voten por él y se animen a sumarse a esta importante labor social.


Luissa Fernanda Pérez

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