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jueves, 17 de julio de 2025
Pico y placa
3 y 4

“Denigren, que algo queda” | Opinión

“Denigren, que algo queda” | Opinión 1
Foto: Freepik
Juan Carlos Guardela

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El ejercicio de hablar mal del otro se ha convertido en un regodeo nacional alcanzando niveles alarmantes que destruyen la convivencia civilizada y fomentan una cultura de agresión y desinformación. En este país, las redes sociales y muchos medios de información han sido invadidos por una marea tóxica de insultos, difamaciones y ataques personales, con consecuencias devastadoras para todos.

La agresión, disfrazada de libertad de expresión, se ha convertido en un instrumento para desinformar y dividir. Ya no se trata de expresar opiniones divergentes, sino de difamar, denigrar y destruir la reputación de aquellos que piensan diferente. La intolerancia se ha enraizado en las plataformas digitales, alimentada por la impunidad que rodea a estas agresiones verbales.

Vemos cómo muchos usan su posición para difundir odio y desinformación, incitando a sus seguidores a participar en cruzadas de desprestigio y acoso contra oponentes, como ha pasado en “el golpe blando” que está en ejecución; golpe que sus propios conjurados niegan.

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El ejercicio de hablar m13rd4 no solo afecta a los individuos directamente implicados, sino que también tiene consecuencias para la sociedad. Fomenta un clima de desconfianza y hostilidad, obstaculiza el debate público genuino y dificulta la búsqueda de soluciones.

Una cosa es el litigio político y otra cosa es que los periodistas tomen partido y disparen al otro flanco con mentiras y narrativas oscuras. Desde esta pequeña tribuna rechazamos la cultura de la agresión y el odio, creemos que trabajar juntos promueve el diálogo respetuoso y constructivo en las cosas públicas. Solo entonces podremos reconstruir los cimientos de una convivencia frente a las fuerzas corrosivas del discurso de odio y la desinformación.

Vale la pena recordar aquí lo que les imprecaba a los periodistas novatos el olvidado cronista Antonio J. Olier, corresponsal de El Espectador en Cartagena, al llegar a la redacción en las mañanas: «¡Denigren, que algo queda!» Lo decía “a contrario sensu” y para recalcarles que la vida ajena se respeta.


Juan Carlos Guardela

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