Editorial | Prudencia

Algunos de los medios de comunicación que hemos estado en las marchas vemos a un grupo de jóvenes que se ha echado al hombro las actividades pacíficas de la protesta, invitando a grupos de baile, dejando que cirqueros hagan sus demostraciones y, en fin, haciendo uso del derecho legítimo a manifestarse contra lo que consideran injusto.

Sin embargo, también en medio de las multitudes es identificable otro montón de personas quienes generan abiertamente el clima de tensión durante las jornadas. Son los que alientan, tiran la piedra, arman el desorden y en algunos casos fomentan el vandalismo.

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La situación es tan evidente que autoridades están a la espera de que existan denuncias formales para confirmar su identificación y judicializarlos para su posterior captura. Pese a que ya han roto vidrios, dañado carpas de camiones y hasta retenidos conductores para protegerse de la Policía, siguen deslegitimando la protesta con sus actos.

El escenario es delicado y no podemos permitir, quienes apoyamos los canales de la justicia para hacer cumplir las leyes, que 30 o 40 personas puedan ocasionar una tragedia en momentos de tensión tan complejos como los que vivimos.

Salvo lo ocurrido en Acacías, uno que otro roce con la policía y lo que hacen estos jóvenes díscolos, las manifestaciones en el Meta están lejos de parecerse a lo sucedido en Cali y Bogotá en donde por varios días ha reinado la anarquía, los bienes públicos han sido afectados y el comercio saqueado. No podemos permitir que en el Llano ocurra lo mismo.

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Pero a medida que se intensifican las protestas, será vital la prudencia de todas las partes para que se desarrollen en un ambiente de tranquilidad sin escalar los actos de violencia.

Será importante que, por ejemplo, el alcalde de Villavicencio, Felipe Harman, modere sus presentaciones en las que abiertamente alienta a los manifestantes.  Todos conocemos el origen político que ha acompañado al mandatario de los villavicenses, pero también debe entender que justamente ahora es alcalde de quienes votaron por él y de aquellos que no lo respaldaron en las urnas.

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Como representante del Gobierno Municipal debe tratar de preservar las garantías de los derechos humanos de quienes se manifiestan en las marchas y de los que no participan de ella. Varios de los más radicales protestantes podrían escudarse en las palabras de los funcionarios públicos para legitimar acciones violentas contra el establecimiento, que precisamente representan los funcionarios públicos.

Prudencia en las palabras, prudencia en las calles, a todos nos esperan en casa.

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