Editorial | Violencia con igual disfraz

Algunos sociólogos explican que la violencia aparece cuando hay un cuestionamiento al orden de la relación social en una comunidad, en la búsqueda por mantenerlo o, por el contrario, subvertirlo. Hay violencia porque se busca el poder y por ende dominar al otro. Esto quiere decir, afirman teóricos, que siempre de alguna u otra forma habrá violencia. Esto como explicación sociológica podría servir, pero no como justificación. 

Los colombianos hemos visto con dolor cómo los grupos armados legales e ilegales han tratado de mantener a toda costa sus juegos de dominación en municipios y ciudades, en lucha por control territorial que a la postre da réditos económicos y hasta superioridad política. Los grupos de paramilitares salieron como una respuesta a la dominación de la guerrilla en diferentes sitios del país, en especial las ganaderas.  

Por años, en muchos casos con la anuencia de los gobiernos y de la Fuerza Pública, implementaron ese dominio sobre comunidades campesinas sin el derecho a opinar diferente so pena a ser desplazados o asesinados. 

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Lo sucedido en Bogotá esta semana cuando un grupo de encapuchados irrumpió en la Catedral Primada en plena celebración litúrgica, gritando arengas en contra del establecimiento católico; o los miembros de la Primera Línea que quemaron un colegio ante la denuncia de un profesor abusador, recordó las protestas violentas de abril del año pasado en diferentes ciudades.  

En ambos casos, parece que están naciendo nuevos círculos violentos que, eventualmente, podrían tener respaldo tácito de autoridades legales. La historia se repite: bandas adeptas a defender un establecimiento en ascenso o proclives a una línea ideológica se sienten respaldadas por quien ostenta “poder legal”, para buscar la impunidad de sus acciones violentas.   

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La violencia se disfraza igual en todos los casos, pues busca un argumento válido para actuar y, ante la pasividad de las instituciones, gana terreno y se convierte en un monstruo de mil cabezas, perpetuando ese ciclo de conflicto y dolor en el país. La Nación no debe equivocarse nuevamente y permitir que esas acciones provocadoras, de confrontación violenta se naturalicen.

No exageramos al advertir que no se puede llamar “performance”, “acciones aisladas” o protestas, a algo que desde hace tiempo son nuevas manifestaciones urbanas de violencia. Esos mismos grupos fueron llamados en el pasado, “campesinos organizados defendiendo el territorio”, abusaron de las armas y cometieron las peores masacres desde mediados del siglo pasado en Colombia. Hay una amenaza de nueva violencia, sería necio no verla. 

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