El legado de un arquitecto
- Publicado en Oct 05, 2020
- Sección La Otra Cara
Carlos Vicente Moreno Jiménez estaba próximo a cumplir 87 años cuando el pasado 24 de septiembre se marchó a la eternidad. Reconocido por muchos en Villavicencio por ser el primer arquitecto en llegar a la ciudad y contribuir con su visión al progreso urbanístico de la capital del Meta.
Natural de Tibasosa (Boyacá), llegó a Villavicencio en el año 1962 debido a que su hermana, quien hacía poco se había casado, tomó la decisión de vivir en el departamento del Meta. Al llegar a la ciudad, no había arquitectos y los únicos que cumplían esa función en la construcción eran los maestros de construcción que empíricamente daban esos toques.
Claro, el arribo de Carlos Vicente Moreno provocó que lo empezaran a contratar para, por ejemplo, construir colegios no solo en Villavicencio sino en varios municipios del Meta. Para esa época Moreno aún estaba estudiando en la Universidad Javeriana pero por su trabajo no pudo terminar allí. Por facilidad se cambió a La Gran Colombia, ya que podía estudiar en la noche y le daban la oportunidad de seguir trabajando.
Al tiempo de estar viviendo en Villavicencio se casó con Martha Serrano, oriunda de Santander, pero quien ya llevaba varios años en la capital del Meta. De esta unión nacieron Carlos Eduardo y Marta Isabel.
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Para 1965 obtuvo su título universitario. Años más tarde, y teniendo de referencia que los Llanos Orientales son una región agrícola, desarrolló la construcción del Molino Roa, todo un desafío porque para 1974 ocurre la tragedia de Quebrada Blanca y al quedar sin vía al Llano les tocó traer los materiales por aviones DC-3.
Moreno construyó también el Molino de Cereales del Llano, además del edificio que hoy se conoce como el de Davivienda, en el centro de Villavicencio. Sus obras son reconocidas entre otros barrios como El Paraíso, Cantarrana, El Caudal, Guatapé, viviendas de los barrios El Barzal y El Buque, que cuando empezó su construcción nadie creía en el progreso de esta zona.
El edificio que se conocía como “el edificio ganadero cafetero”, diagonal al Banco de la República y caracterizado por su fachada de cuadros, también fue diseñado por Moreno. De esta obra él mismo recordaba la anécdota que cuando estaban construyéndola y fundiendo las placas, hubo un movimiento sísmico y muchos curiosos, que no conocían un edificio de esta altura, fueron a verlo porque la mayoría pensaba que se caería.
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“Como arquitecto creo que cambió el concepto urbano y arquitectónico porque se empezaron a hacer unas viviendas modernas, de acuerdo a todos los criterios de su época, cuando Villavicencio era todavía un pueblo grande, cuando no existía más arquitectura que las tejas de zinc y el barro”, expresó Carlos Eduardo Moreno Serrano, su hijo mayor.
Él lo recuerda como una persona de un gran corazón, con una infinita bondad, porque siempre pensaba en su ciudad y no solo daba lo que era requerido dentro del desarrollo urbano, sino que hizo donaciones, como por ejemplo un lote en el sector el Buque para construir una nueva sede de la Casa de la Cultura Jorge Eliécer Gaitán.
Cuando desarrolló el barrio El Paraíso Carlos Vicente Moreno siempre creyó que Villavicencio necesitaba una plaza de mercado que fuera un espacio grande y muy útil, por lo que donó al municipio un terreno. La plaza nunca se construyó pero un alcalde pidió cambiar las escrituras y tener la opción de levantar otras estructuras civiles. Esta fue la génesis de los edificios de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio, Secretaria de Movilidad e Infraestructura.
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“El legado que me deja a mí y a los arquitectos es ser correcto, cumplir, ser dedicado, no buscar beneficios personales de una manera irregular. Los resultados se miden con el esfuerzo, con la dedicación, con la honorabilidad. Mi padre enseñó lo que es ser recto, lo que es la ética, la moral, lo que es ser una persona que hace las cosas no necesariamente por dinero, sino que las actuaciones siempre fueron de una manera correcta para beneficiar a la gente”, dice Carlos Eduardo.
La Navidad
Carlos Vicente Moreno era un hombre espiritual y quería que las personas disfrutaran de la Navidad. Hacía 20 años había tomado la decisión de empezar a decorar su vivienda con luces y muñecos navideños para el disfrute de todos los villavicenses. El único fundamento era exaltar el espíritu navideño de las familias de la ciudad, que fueran todos a caminar y vivir ese momento en unión.
Para lograr armar la Navidad en su casa tardan dos meses. Desde octubre empiezan a armar los detalles de luces, a cargo de un ingeniero eléctrico con dos ayudantes para que esté listo en noviembre. El desmonte de la decoración tarde el mes de enero.
“La razón es solo darles felicidad a las familias, para este año estamos viendo la posibilidad de volver a decorar la casa en honor a él y tratar de conservar la tradición, él empezó solo y después de un tiempo las casas de la cuadra y el barrio se unieron. Hoy en día se convirtió en paseo recorrer el barrio a ver la navidad”, dice con nostalgia Carlos Eduardo.
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