Inclusión: de la teoría a la práctica
- Publicado en Abr 23, 2022
- Sección Villavicencio
Más allá del debate por el uso del ‘lenguaje inclusivo’, instituciones educativas se han dado a hacer de la educación una verdadera práctica incluyente que las familias de los niños agradecen.
Por Sebastián Mojica / Especial Periódico del Meta
Atender los llamados de una educación especial en instituciones públicas, más que una colaboración, es un proyecto social implementado para acoger a niños y jóvenes con discapacidad, donde ellos se sienten parte de estos ejercicios formativos
Este proceso parte de la idea de facilitar a los jóvenes desarrollar distintas habilidades que en ocasiones son ocultas y limitadas por las mismas familias. La falta de acompañamiento o el temor de que pertenezcan a una institución por parte de los padres, perjudica directamente el aprendizaje de estos muchachos que tienen las condiciones suficientes para desenvolverse en este campo escolar.
“Mi hijo tiene un diagnóstico de hipoxia neonatal (atraso en su desarrollo psicomotor). Como mamá siempre he sentido orgullo por él, su proceso de formación académico le permitió una evolución increíble, algo que no hubiera sido lo mismo si no tomo el riesgo de que fuera participe de un colegio; esto te invita a creer más en las capacidades de tu hijo”, dijo María Pulgarín, madre de un joven con discapacidad.
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El colegio Francisco de Paula Santander es una de las instituciones que maneja estos programas de inclusión, con 105 niños en un proceso que empezó en el año 1986.
Discapacidad cognitiva leve, moderada y profunda, autismo, síndrome de down y baja visión, son algunas de las situaciones que tratan en este campo de formación. Con 37 maestros entre ellos 2 docentes de apoyo, hacen parte del acompañamiento que han tenido los niños.
“En esta institución todos son bienvenidos, los jóvenes tienen las mismas posibilidades y los mismos derechos, eso es cultura escolar inclusiva. Tenemos niños con discapacidad desde transición hasta grado once. Es a través del amor que logramos muchas cosas; desde una solidaridad y empatía rompemos barreras que nos ayudan a crecer como personas y profesionales”, afirmó Sara Beltrán rectora del colegio.
El decreto 1421 del 2017 del Ministerio de Educación, hace énfasis en la reglamentación de un marco educativo inclusivo con atención a población con discapacidad, esto permite que niños, adolescentes, jóvenes y adultos, sean participes de un ambiente de aprendizaje común, sin discriminación o exclusión alguna, todo desde el ámbito de los planes de implementación progresivo.
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El colegio Guillermo Niño es otra institución que acoge de la mejor manera estos accesos de personas con discapacidad psicosocial, intelectual, física, auditiva y discapacidad múltiple, donde trabajan con alrededor de 33 jóvenes, teniendo la oportunidad de que ellos se relacionen directamente con demás compañeros de los mismos grados que no poseen ninguna discapacidad.
“Esto es un constante aprendizaje. Alrededor del 2007 se adelanta el proyecto en esta institución lo cual ha sido un beneficio para el entorno social que desconoce este panorama”, aseguró el rector Luis Tirso Maestre.
En esta modalidad de inclusión y participación con otros jóvenes de grados mayores se ha tornado de una manera positiva, en el que los niños de todas las instituciones han compartido y socializado con aquellos estudiantes que tienen una discapacidad, de tal forma, de que se pueda incentivar a la unión de toda la comunidad educativa, sin discriminar o apartar algún muchacho por su condición.
“Doy fe de que, en las 146 sedes educativas del municipio de Villavicencio nos reportan niños con discapacidad; en este momento estamos atendiendo 20 instituciones y estamos llegando a 1.700 de niños con discapacidad, con el objetivo de seguir incrementando este número de jóvenes”, afirmó Mireya Patiño, líder de poblaciones especiales de la Alcaldía.
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Así mismo, instituciones como el Alberto Lleras Camargo y Betty Camacho de Rangel tienen niños con discapacidad visual; el Colegio Departamental de la Esperezando, niños con discapacidad auditiva, entre otras sedes que integran un espacio de inclusión para jóvenes con algún tipo de disminución física.
“Manejamos una escuela bilingüe en sede sordos, tenemos alrededor de 53 niños entre 7 y 22 años, de transición a grado once y con alrededor de 10 docentes de apoyo. Nosotros tenemos puertas abiertas para aquel niño que sufre discapacidad auditiva, hacemos una respectiva entrevista y evaluamos en qué grado lo podemos ubicar”, dijo Mayra Nelcy Pérez, Coordinadora de la Escuela Bilingüe, sede sordos del C.D.E
Tras un importante avance, se trabaja para que más instituciones fortalezcan sus espacios de inclusión, en el que se deje de un lado los estigmas que propone diferenciar una sociedad de otra.
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