viernes, 26 de julio de 2024
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Jairo Miranda, entre el arte y la naturaleza


Jairo Miranda, entre el arte y la naturaleza 1
Jairo Miranda
RP
Redacción PDM

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Con el arte en las venas y su amor por la naturaleza, Jairo Mauricio Miranda González llegó a Villavicencio hace más de 60 años y desde ese entonces no se imagina viviendo en otro lugar que no sea el Llano.

Por Catalina Gallego

La creatividad e inspiración de Jairo Miranda lo han llevado a experimentar diferentes campos del arte, desde la poesía y la pintura, hasta la talabartería, pues a finales de los años 70 se dedicaba a elaborar sillas de montar, botas, maletas y cinturones, entre otros, los cuales ofrecía en la talabartería con uno de los más curiosos nombres: ‘La Vaca Cagona’.

Durante toda su vida ha estado inmerso en el arte, pero las esculturas en piedra han sido su fuerte, una capacidad que descubrió mientras construía la que hoy es su casa: “me interesé por las esculturas en piedra cuando empecé a hacer la casita, no quería nada de pintura, así que empecé a colocar piedras de diferentes colores en las paredes, hasta plasmar figuras indígenas. Eso me pareció muy hermoso y me llenó de mucha alegría”, expresó Miranda.

A lo largo de su carrera ha tallado figuras de caballos, pero principalmente de diferentes especies de aves, pues a través de estas conoció otra técnica que le permitió elevar su imaginación y así jugar con las centenares de formas, colores y tamaños que tienen las piedras de las fuentes hídricas del departamento. Siempre con la colaboración de su hijo Rafael Miranda, quien siguió con los pasos de su padre; su ahijado y varios alumnos que tuvo a lo largo de su carrera.

Esa fue una labor titánica, con mi hijo, mi ahijado y mi alumno cargábamos las piedras de la cordillera, bajábamos por un caño con ellas en el hombro, pero uno se sacrificaba porque tenía la ilusión de hacer obras interesantes; con el tiempo fuimos sacando piedras de las cascadas, de los caños y de los ríos”, contó el maestro.

Una de sus tantas invitaciones fue en París, allí pudo exponer sus obras en piedra a finales del 99 en la galería Ombre et Lumière. Hoy, a sus 75 años, sigue creando y llenando la vereda Buenavista de obras en piedra; en los últimos años y con el apoyo de otros escultores de diferentes regiones del país, ha logrado más de 50 esculturas, algunas de ellas con más de dos metros de altura.

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Pero esto no ha sido todo, cumpliendo su sueño de cuando tenía tan solo 12 años, Miranda continúa escribiendo poesía y brindando espacios para disfrutar de las emotivas creaciones de colegas, en el Encuentro Internacional de Poesía Universal:en el 2017, durante la primera edición, llegaron 16 poetas de diferentes partes del país, al siguiente año se presentaron más de 20 y en la tercera y más reciente logramos reunir a casi 40 escritores de poesía”.

Su amor por la naturaleza

Este hombre, que siempre viste de blanco desde pies a cabeza por tradición de sus abuelos, vive enamorado de la “madre naturaleza” como la llama él, pues su padre le incentivó desde muy niño la importancia que tiene el medio ambiente y también los animales.

“Mi papá era un amante de los animales y dentro de eso, me acuerdo que las mirlas o sinsontes, se le paraban en el hombro y le sacaban papeles del bolsillo. Ese amor que él profesó por todos los animales, me enseñó a querer también los recursos naturales”, recordó Jairo Miranda.

A su casa llegan aves de todas las especies y cada día puede notar una diferente, esta es su mayor felicidad; cada mañana escucha el canto y cómo golpean las puertas y los ventanales con sus picos. Es tanto su interés por proteger a los pájaros, que a su casa llegan ornitólogos para recoger información, tomar fotografías y vídeos.

“A mi casa han llegado cantidad de pájaros, más de 57 especies vienen a comer y traen a los pichones, nos cantan, golpean en la ventana, se meten a la casa y hacen daños, pero ese amor es y será hasta la muerte”, expresó.

Otra de sus labores para proteger la naturaleza ha sido sembrar árboles en las avenidas y los barrios de la capital metense. Me acuerdo que llevaba a los soldados para que me ayudaran a hacer los huecos para sembrar los árboles, esa fue una labor gratificante. Hoy en día continúo siendo un hombre que protege la biodiversidad”, indicó.

Tras sus arduos trabajos como artista y ambientalista, ha obtenido reconocimientos como Ciudadano de Oro Metense; el centavo de bronce, al ser presidente de Adameta, la primera asociación de artesanos de Villavicencio y la condecoración ‘Orden Ciudad de Villavicencio’ de la alcaldía.

En sus tiempos libres, Jairo disfruta compartir con su familia, escribe poesía y conoce el mundo a través de vídeos que busca en internet, pues asegura que para conocer cada rincón del planeta, basta con acudir a las herramientas digitales. Su gran sueño es ver una ciudad llena de árboles y de monumentos.

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