La competitividad no da votos | Editorial

La competitividad urbana es considerada uno de los elementos transversales de la nueva política pública, una política, claro está, entendida como una gerencia corporativa pensada en el beneficio de las comunidades y no bajo la mentalidad cortoplacista de cada cuatro años que tienen muchos gobernantes.

Aunque es un tema que no lo domina el grueso del público, sí deberían conocerlo perfectamente quienes aspiran a conducir desde Alcaldía y Gobernación a Villavicencio y al departamento del Meta; sin embargo, tal vez porque la competitividad no da votos, pasa inadvertido entre las propuestas de los candidatos.

Y debería ser exigido por los votantes, así como se pide empleo, seguridad, vivienda, salud y educación pues la competitividad impacta cada uno de estos sectores, en su integralidad. Si no hay un ecosistema que la fomente, ninguno de los aspectos mencionados podrá mejorar.  

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Esta semana, el Índice de Competitividad por Ciudades (ICC), estudio que realiza la Universidad del Rosario, reportó que Villavicencio se estancó en materia de competencias y sigue en ese incómodo lugar intermedio de las capitales del país, en donde siempre ha permanecido. Un mediocre lugar 16 con un puntaje general de 4,82 sobre 10, lejos de ciudades como Tunja que ya comprendió la importancia de ser competitivos y ahora es tercero en ese escalafón con 6,47 puntos. El informe sobre departamentos debe salir en las próximas semanas, pero el Meta siempre aparece rezagado.

Incluso nuestros vecinos de Yopal también empezaron a comprender la importancia de las competencias, más allá de si da votos o no, y las administraciones locales junto a las universidades, gremios, sociedad civil  y las empresas están construyendo diálogo y en este mismo informe subieron dos puestos en el escalafón.

Es que la competitividad depende de muchos factores, como los grupos industriales, la productividad y el desempeño comercial. En el caso urbano, la competitividad se determina por elementos económicos y estratégicos. En el primer caso, depende de los factores de producción, localización, infraestructura, estructura económica y las dotaciones urbanas. En el segundo caso se analiza a partir de la efectividad gubernamental, estrategia urbana, cooperación entre el sector público y privado y la flexibilidad institucional. Estos elementos permiten definir acciones claras para fortalecer la competitividad urbana.

En resumen, una ciudad competitiva genera, atrae y retiene talento e inversión. Es fundamental calcular y analizar la competitividad de Villavicencio en el próximo gobierno municipal, pero sin duda el tema no es prioritario.

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