sábado, 4 de mayo de 2024
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La Vorágine sigue vigente


La Vorágine sigue vigente 1
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Redacción PDM

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La Vorágine sigue vigente 2

Publicada hace cien años, esta novela continúa revelando las crisis sociales de comunidades apartadas.

El cronista y columnista de Periódico del Meta presenta un análisis de esta obra cumbre de la literatura colombiana, referencia para autores como Alejo Carpentier.

Por Juan Carlos Guardela /Especial Periódico del Meta

Si eres del Llano y no has leído La Vorágine, de José Eustasio Rivera, no has entendido tu sitio en el mundo, has extraviado tu cordón umbilical. Sin su lectura, no llegarás a entender cierto desasosiego que has heredado sin que lo sepas.

Más de 53.000 personas fueron asesinadas, aquí muy cerca, en llanos y selvas con la extracción del caucho. Esa novela muestra la forma en que la élite masacró a cualquier cantidad de indígenas de todas las edades con el fin de abastecer el caucho que Europa en ese momento necesitaba para vivir en medio del confort de los años veinte del siglo pasado. No se trata de una novela histórica, pero lo narrado traspasa toda medida de atrocidad. Recopila narraciones de una sociedad con rasgos espantosamente esclavistas. De no haberse escrito esta obra esos eventos estarían sepultados.

La historia comienza con Arturo Cova, un ingeniero civil que llega al Llano colombiano en busca de aventura y riqueza, pero que de inmediato se encuentra atrapado en un mundo de violencia y explotación cuando es reclutado por una empresa extranjera para la construcción de una línea telegráfica que atravesaría la selva.

A medida que avanza en su viaje, Arturo se enfrenta a peligros constantes, desde la hostilidad de la naturaleza hasta la brutalidad de los trabajadores y los intereses comerciales que buscan explotar la región.

Arturo conoce a Alicia, una joven mestiza víctima de la explotación y el abuso por parte de terratenientes. Ella se convierte en símbolo de la lucha por la justicia y la libertad. La relación de estos se convierte en el centro emocional de la novela, ya que enfrentan peligros y luchan por encontrar un sentido de redención y propósito en un mundo violentado.

Naturaleza vs. civilización

José Eustasio Rivera explora el conflicto entre la civilización y la naturaleza mostrando el choque entre colonos e indígenas. Los primeros imponen su dominio

sobre la tierra y sus habitantes, pero los indígenas resisten defendiendo su forma de vida y su conexión espiritual con la naturaleza. Este conflicto se intensifica hasta culminar en una confrontación final entre ambos que tiene consecuencias devastadoras.

En la novela se evidencia que los indígenas que fueron sometidos a “deudas eternas” en las tiendas de los colonos por trapos, espejos y herramientas. Esas deudas eran cobradas con mutilaciones de miembros. Muchos eran torturados si no cumplían la cuota diaria del producto; otros, asesinados.

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Rivera trabajó en el Amazonas e incorporó su experiencia y conocimiento de la selva a su narrativa, otorgándole una autenticidad y profundidad únicas. Se aleja de la contemplación poética de la naturaleza y ve al llano y a la selva como horizontes de la crítica social.

Olvidó los modelos gastados de Europa y empezó una tradición en la que mostró los rostros de la gente mancillada, la impudicia de las clases altas y la sordidez los políticos.

Cova, el protagonista de Rivera, es arribista, machista y racista, pero en su drama termina siendo redimido, porque al final intentó ser honesto ante la barbarie.

Redención y lucha

Tanto Arturo como Alicia buscan redimirse y encontrar la paz interior en medio del caos y la confusión. Ambos descubren que eso solo puede encontrarse a través del amor, la compasión y el compromiso con los demás.

Después de Rivera, muchos autores encontraron en La Vorágine un modelo: Ciro Alegría, Rómulo Gallegos y Alejo Carpentier. Hazañas iguales a esta encontramos en Mario Vargas Llosa (La casa verde y El sueño del celta). Por el lado de la “no ficción” están las obras de Alfredo Molano y Germán Castro Caycedo.

El tema de La Vorágine sigue vigente en el mundo: el extractivismo entronizado que impone un cambio climático devastador y una crisis ambiental inexorable. Esto no ha variado en nada, porque quienes manejan el látigo ahora son las transnacionales. Arturo Cova ya no está, pero la vorágine sigue latente.

Cabe aquí constatar la metáfora que hace Rivera en el inicio de su obra:

Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”.


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