Las encuestas son como la rellena | Editorial

Al estadista conservador Álvaro Gómez Hurtado le preguntaron una vez por su reacción a una encuesta en la que aparecía de último en su aspiración para ser presidente de Colombia. 

Él, con su inteligencia a prueba de todo, respondió que “las encuestas son como las rellenas o las morcillas y producidas con la sangre de los cerdos: son muy ricas pero es mejor no saber cómo las hacen”.

Aunque Gómez Hurtado nunca fue mandatario del país, la frase quedó como una de las genialidades del inmolado líder de la derecha moderada y recuerdo de otra de las mentes brillantes caídas en medio de la violencia moderna. 

Pero en algo tenía razón y era que las encuestas y sondeos siempre deben tener un alto grado de duda, hasta saber quién paga para hacerlas o qué interés tiene en publicarlas. Hasta ahora, las que se han filtrado, todas tienen un interés y pese a que sus resultados se han subido en redes sociales, siempre han dejado más dudas que certezas. 

Contratar una firma de credibilidad, autorizada ante el Consejo Nacional Electoral, con un universo poblacional amplio, tiene un valor que oscina entre los 120 y 150 millones de pesos, recurso complejo de financiar por un medio de comunicación, academia, gremio económico u organización independiente en el departamento del Meta.

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Las encuestas pueden ser una herramienta útil para conocer las tendencias y preferencias de los votantes, pero no deben ser el único factor que influya en nuestra decisión.

En primer lugar, es importante recordar que las encuestas no son infalibles. A menudo, los resultados pueden ser imprecisos o incluso engañosos debido a una variedad de factores, como el tamaño de la muestra, la metodología utilizada o el sesgo del encuestador. Por lo tanto, basar nuestra decisión de voto en una sola encuesta puede ser peligroso y poco fiable.

Además, las encuestas pueden influir en nuestra percepción de los candidatos y partidos políticos. Si vemos que un candidato tiene una gran ventaja en las encuestas, es posible que lo percibamos como el “ganador seguro” y nos inclinemos a votar por él sin tener en cuenta sus propuestas o antecedentes. Esto puede llevar a una toma de decisiones poco informada y perjudicar la calidad de nuestra democracia.

Por último, es importante recordar que el voto es un derecho y una responsabilidad ciudadana. Debemos tomarlo en serio y hacer nuestra propia investigación sobre los candidatos y partidos políticos antes de emitir nuestro voto. 

A una semana de ir a las urnas, debemos considerar las propuestas, antecedentes y valores de los aspirantes para tomar una decisión informada y responsable.

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