viernes, 19 de abril de 2024
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Personas que hacen cosas extraordinarias por Villavicencio (II)


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Diana Patricia Velandia, líder cívica de Villa Lorena.
JM
Jhon Moreno

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En los 182 años de Villavicencio, Periódico del Meta rinde un homenaje a las personas que dedican parte de su vida, incluso arriesgándola, para hacer de la capital del Meta una mejor ciudad, sin ningún interés más allá que servir y ayudar a los vecinos.

Diana y Daniel convirtieron una ‘olla’ en biblioteca

¿Qué hacer cuando es vecino de una olla de microtráfico? La respuesta podría ser cambiar de barrio o sencillamente no hacer nada y dejar que los jóvenes se sigan consumiendo en el vicio.

Diana Patricia Velandia y su esposo Daniel Pacheco, hicieron todo lo contrario: tratar de transformar el lugar para que pasara de ser expendio de drogas a una biblioteca y un sitio de estudio. No fue fácil.

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Diana, Daniel y su familia tienen 9 años de estar viviendo en este populoso sector de la comuna 8 de Villavicencio. Cuando llegaron al sector, el ambiente era tenso, se escuchaban disparos constantemente y la muerte rondaba en cada esquina. Hubo enfrentamientos entre pandillas, peleas con cuchillos y a las 6 de la tarde ya nadie podía estar tranquilo.

“Instalaron una olla de estupefacientes y por dos años tocó aguantar la inseguridad. Como no tenemos casi recursos, nosotros construimos nuestra casa en vez de latas o madera, con botellas plásticas llenas de agua por si una bala impactaba perdiera fuerza y evitar una tragedia dentro de la vivienda”, recuerda Diana Patricia.

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Hasta que un operativo de la Policía con allanamientos y capturas, permitió que este sector se saneara. La idea era no dejar que un lote se convirtiera nuevamente en sitio para vender y consumir droga.

Las únicas armas de la comunidad eran unos pitos con los que todos los vecinos alertaban cuando alguien quería llegar a fumar o vender droga en el sitio. La gente salía a las calles y los sacaban corriendo. Luego, los apoyaron con sirenas y ese era una advertencia de que los jíbaros y drogadictos no eran bienvenidos.

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Pese a las amenazas de quienes querían recuperar el territorio para continuar sus actividades ilegales, Diana y Daniel, con el apoyo de sus vecinos, se mantuvieron firmes con la idea de convertir las antiguas casas de expendio en un parque y una biblioteca de la que hoy disfrutan los cerca de 50 niños que viven en el lugar.

“Muchas mujeres son cristianas y el poder de la oración es muy grande. Las cadenas de oración eran para que alejara a las malas personas y poder recuperar el barrio. Era necesario porque hay muchos niños y estaban en peligro si seguían frecuentando los delincuentes”, dice Diana.

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Hoy, lo niños de Villa Lorena pueden salir tranquilos a la calle y hacer actividades.

Con el tiempo se dieron cuenta de que el lote y la casa que servía para que vendieran droga y consumieran estupefacientes debían ocuparlo si no querían regresar a la intranquilidad de antes. Por eso, Diana y Daniel decidieron liderar con su comunidad la construcción de una biblioteca y sitio de reuniones con los habitantes.

Con el aporte de los vecinos que donaron libros y el ingenio para reciclar de Daniel, improvisaron una biblioteca para los niños del sector, que ahora tenían un lugar para leer y aprender.

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“Cuando empezamos a organizar el lote para quitarle el monte, emparejarlo e instalar los muebles de la biblioteca, nos echaron a la policía argumentando que nos estábamos adueñando del lote. A las autoridades se les explicó cuál era el proyecto y dejaron tranquilo el plan”, dijo Diana.

En pandemia se convirtió en un fogón comunitario, se hacen actividades con niños y una profesora hace manualidades con ropa reciclada y elementos de reciclaje.

Al final, todas las luchas de Diana, su familia y la comunidad de Villa Lorena, la resumen en un aviso que acertadamente pusieron en las tejas de lata del techo de la biblioteca: “El compromiso de todos, la perseverancia y la pasión, nos permitirá un mundo mejor”.

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