‘Si queremos cambiar al país, debemos ser humanos’ : Eduardo Rozo Briceño
- Publicado en Nov 15, 2022
- Sección Entrevistas
Eduardo Rozo Briceño completó 20 años al frente de la Cruz Roja seccional Meta
El directivo de este organismo de socorro cuenta sobre los 50 años de esta institución en el departamento y anuncia que planea su retiro en unos pocos años.
Uno de los estudiantes de medicina más revolucionarios de finales de los sesenta, cuya afición siempre ha sido la historia universal, es el presidente de la Cruz Roja Colombiana, seccional Meta. Eduardo Rozo Briceño (E.R.) próximo a cumplir los 72 años, ha dedicado 44 de su vida a servir de voluntario en ese organismo de socorro.
Aunque pocos lo saben, Rozo fue mochilero y recorrió varios países de Suramérica caminando y haciendo paradas a los vehículos que quisieran llevarlo.
A propósito de los 50 años de esta institución en el departamento, Periódico del Meta (PDM) dialogó con él para hacer un balance humanitario de esta institución.
PDM: ¿Hace cuánto que es presidente de la Cruz Roja del Meta?
E.R.: Hace 20 años soy presidente. Reemplacé a Teddy Tornbaum, fundador de la Cruz Roja en el Meta y quien falleció hace dos décadas.
PDM: ¿Hace cuánto que es voluntario de la Cruz Roja?
E.R: Llevó 44 años vinculado con la institución. Cuando era estudiante de la Universidad del Rosario me vinculé gracias al decano de medicina de ese claustro, Guillermo Fergusson, un humanista con una sensibilidad social extraordinaria, quien fue directivo nacional de la Cruz Roja.
PDM: ¿Qué recuerda de esa época de voluntario?
E.R.: Recuerdo que estuve en el terremoto de Bahía Solano, en 1970. No teníamos qué comer, pero cuando el jefe de pescadores enfermó, logramos curarlo y de ahí en adelante todos los días comíamos pescado. Algún día contaré las anécdotas en un libro.
PDM: ¿Recuerda cómo se vinculó a la seccional Meta?
E.R.: A mí siempre me ha gustado el servicio a los demás, inculcado por mi madre y mis hermanas. Por aquella época era subcomandante de Bomberos. Un día me llamó Fernando Suescún que era miembro de la Junta Directiva, porque lo habían nombrado gobernador del Meta y me pidió que lo reemplazara y de ahí en adelante inicié.
PDM: ¿Cómo recibió la Cruz Roja?
E.R.: Debo decir que cuando le recibí a Teddy, la entidad estaba menguada. No tanto por Teddy, sino por la enfermedad que debió soportar por casi tres años que no le daban tiempo para las cosas administrativas y a él no le gustaba delegar.
PDM: ¿Al asumir la Presidencia ya tenía usted toda la dimensión de lo que significaba el cargo?
E.R.: Por supuesto. Ya tenía el conocimiento operativo y administrativo. Lamentablemente encontré problemas administrativos como que el revisor fiscal era el mismo director financiero. Me tocó asumir posiciones incómodas con amigos que al cabo del tiempo comprendieron.
PDM: ¿Cuál fue primer logro?
E.R.: Reorganizar los grupos en los municipios. Los voluntarios son el alma de la Cruz Roja y prácticamente no existían. Hoy tenemos más de 700 voluntarios. Las Damas Grises que también habían desaparecido, con ayuda de mi esposa, les dimos la importancia que requieren.
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PDM: ¿Y cuál es el mayor logro?
E.R.: Creo que alcanzar la capacitación con la que hoy cuentan los voluntarios; tener los recursos logísticos necesarios, muchas veces sin apoyo del Estado; tenemos lanchas, 31 vehículos, construcciones propias en varios municipios. La entidad es moderna y capacitada de manera profesional para atender cualquier tipo de emergencia.
PDM: ¿Qué gran desafío ha tenido?
E.R.: Siempre me ha dolido no poder hacer la Clínica Materno Infantil de la Cruz Roja. Se atravesó la politiquería y ni hicieron ni dejaron hacer. Me duele porque hasta instrumental ya teníamos, material que fue a dar en Haití tras el terremoto y allá sí construyeron la clínica. Pero a cambio logramos construir el Centro Logístico Humanitario de la Orinoquia.
PDM: ¿Qué satisfacción grande ha tenido?
E.R.: Lo bueno de estar en la Cruz Roja es que le da a uno muchas satisfacciones. A mí, haber creado el instituto técnico Teddy Tornbaum , es de gran satisfacción porque se forman auxiliares de enfermería y hasta graduamos a excombatientes de grupos armados y ellas se fueron a trabajar ya a sus municipios.
PDM: ¿Qué recuerda con dolor?
E.R.: Las marcas que deja el conflicto. Una vez una mujer muy joven, a la que se le explotó un artefacto por el lado de Manzanares (Acacías), tuvo evisceración y sufrió bastante, pero no
podíamos hacer nada por ella. Duele porque son jóvenes los que fallecen. Es que precisamente la Cruz Roja nació del dolor de la guerra.
PDM: ¿Es fácil encontrar voluntarios en un mundo cada vez menos solidario con los demás?
E.R.: Sí, hay mucha gente buena, que tiene cariño hacia los demás. Lo lindo es que incluso niños desde pequeños desean llegar a la Cruz Roja y podemos formarlos en esa vocación de servicio. Esta semana consagramos a cinco, como de 6 añitos cada uno que esperamos permanezcan siempre en la institución.
PDM: ¿De dónde se saca esa voluntad de servicio?
E.R.: Puede ser herencia genética, pero en especial del entorno, sí hay una familia que se preocupa por sus vecinos, por sus semejantes, pues los niños aprenderán eso mismo y querrán repetir. Aquí en el Meta hay gente muy buena.
PDM: ¿Cuántos años más se ve al frente de la Cruz Roja?
E.R.: No muchos, la verdad. Ya estamos llegando al final porque uno debe saber cuándo irse. No más de cuatro años, le aseguro.
PDM: ¿Cansancio?
E.R.: Hay varios factores: primero, hay que darles paso a las nuevas generaciones; segundo, ya no estoy igual de vigoroso, voy a cumplir 72 años y uno siente la edad y tercero, la presión de la familia que le insiste a uno que debemos descansar.
PDM: ¿Hay perfiles para sucederlo?
E.R.: Sí, claro. Hay gente con compromiso en la entidad y sin más intereses que ayudar a los seres humanos. En la Junta Directiva tenemos gente muy brillante, muy comprometida, pero que también por la edad es hora de pensar en personas más jóvenes que nos reemplace.
PDM: Un mensaje en estos 50 años para los metenses…
E.R.: Tengo uno muy claro: Si queremos salvar a Colombia hay que ser humanos, dejar el egoísmo y pensar en familia y sociedad. Siendo humanos. No podemos dejar que la viveza mal entendida sea más una cultura en el país.
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