¿Y los pasajeros? | Editorial
- Publicado en May 05, 2024
- Sección Columnistas, Lo Mas Reciente
Si alguien tenía la duda de que el modelo actual de transporte público en Villavicencio está obsoleto y debe transformarse, la semana que termina pudo despejar sus dilemas. Un nuevo paro de propietarios de buses colectivos paralizó el servicio desde el lunes.
Miles de pasajeros se han visto obligados a buscar alternativas de transporte como motos y vehículos particulares, aumentando la demanda de servicios por plataformas digitales.
Desde marzo, y luego de 10 mesas de diálogos entre la administración municipal y los dueños de buses, se concluyó que hay posiciones irreconciliables en los que, según el alcalde Alexander Baquero, es poco lo que puede hacer pues se trata de acuerdos entre privados: tenedores de los vehículos y empresarios que los agremian.
Los propietarios de los colectivos se encuentran en una situación de incertidumbre. El decreto 350 del 23 de septiembre de 2023 estableció una tabla de precios de chatarrización, pero su aplicación dependía de la implementación del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), que todo indica no se materializará por falta de financiación.
Es comprensible que los propietarios de los buses deseen mantener la tabla, sin embargo, es importante recordar que este era un plan contingente, sujeto a la implementación del SETP. En lugar de aferrarse a lo que pudo haber sido, debemos centrarnos en lo que puede ser: un nuevo modelo eficiente y sostenible para Villavicencio.
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Entendemos las preocupaciones de los dueños de los buses. Han invertido esfuerzo y recursos en proporcionar un servicio público esencial, pero un nuevo modelo de transporte permitiría una mayor eficiencia, con rutas optimizadas y horarios regulares. Esto podría traducirse en un servicio más confiable para los usuarios y, potencialmente, en un mayor número de pasajeros. Para los propietarios de los colectivos, esto significaría una mayor rentabilidad a largo plazo.
En todo esto no han participado los pasajeros en las mesas de diálogos, no hay quién los represente y finalmente son los que sostienen financieramente este modelo que los deja relegados. Hay un consenso en que los usuarios deben soportar un pésimo servicio, con buses viejos, en malas condiciones y no pocas veces una mala atención de los conductores.
Por ello, la implementación de un sistema integrado de transporte en Villavicencio es una necesidad, no un lujo, en la que los empresarios también deben poner su cuota de sacrificio. La ciudadanía merece un sistema de transporte que esté a la altura del crecimiento urbano y los dueños de buses merecen oportunidades para adaptarse y prosperar en el nuevo escenario.
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