Diego Montenegro: el chef que busca consolidar la gastronomía llanera

Con 17 años de experiencia, Diego Montenegro inició una investigación que le ha permitido cultivar conocimientos y, sobre todo, buscar la manera de mantener vivas las tradiciones gastronómicas del Llano.

Por Sebastián Mojica/Especial Periódico del Meta 

Oriundo de Bogotá, pero con corazón llanero, Diego Montenegro decidió impulsar la gastronomía Llanera con el propósito de mantener las costumbres y tradiciones que adornan la región; gustos que nacieron luego de ser cómplice de las preparaciones que hacía su abuela en la finca donde creció.

“De niño veía trabajar a mi abuela con leña y me causaba mucha curiosidad la preparación de esas comidas tradicionales del campo.Desde ahí empiezo a tomarle gusto a la cocina y a las diferentes preparaciones”, dijo Diego a Periódico del Meta.

En 2008, recorriendo Casanare, Meta y Guaviare, Diego logra expandir algunas ideas que le permiten indagar más de la gastronomía local, con el objetivo de fortalecer esta tradición, porque como dice él, “son pocas las demostraciones que se hacen sobre las comidas típicas de la región”.

A raíz de esos viajes, el chef decide iniciar una investigación sobre aquellos elementos que identifican culturalmente a los llanos, permitiéndole plantear el inicio de su Laboratorio Gastronómico Llanero: “esta idea posibilita adelantar investigaciones de los quehaceres y saberes de esta región para que sean inculcados a través de la docencia. Además, de realizar asesorías a diferentes restaurantes del departamento”.

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Aunque no es del Llano, el recorrer estas tierras y aprender de la cultura, ha hecho que se preocupe por el evidente desconocimiento que se tiene sobre la culinaria regional, donde se cree que esta región solo se caracteriza por su plato típico como es la ‘mamona’.

“Esto fue un factor determinante para enfocarme a dar clases de gastronomía; se conoce sobre el coleo y el folclor llanero, pero no más allá de lo que identifica a los Llanos Orientales”, sostuvo el chef Diego.

Sin tener los suficientes recursos, pero con la motivación viva, Montenegro ha logrado ir tras sus objetivos, tocando puertas y buscando un apoyo que le ha permitido mostrar parte de su trabajo.

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“No tengo poder económico para mostrarme, todo lo he hecho trabajando e investigando, haciendo las cosas bien y buscando cualquier campo para plantear mi proyecto, gracias a este Laboratorio Gastronómico hemos podido brindar ese espacio de conocimiento que se necesitaba”.

A sus 38 años, este llanero adoptivo considera que ha cumplido parte de su objetivo. Sin embargo, no terminan de ser suficiente los planes que tiene de expandir su conocimiento y, más aun, de transmitir ese sentido de apropiación por sus raíces, en el que la gente entienda más sobre estas culturas que son óptimas para la conservación de sus tradiciones.

“Quiero continuar con estos talleres que les permite a los jóvenes conocer más sobre la gastronomía llanera, es satisfactorio ver el interés y las ganas con las que se disfrutan este aprendizaje”, concluyó.

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