Editorial | Debacle del espacio publico

El contar con espacios públicos de calidad en las ciudades ya no es un favor de las alcaldías, se trata de un derecho ciudadano ya que democratiza la vida urbana. Estas zonas permiten una interacción social que se desplazó a las redes sociales.

La teoría la explica el urbanista Ramón Chehade, quien lamenta que, “a veces las autoridades municipales prefieren impedir su uso antes que reglamentarlo adecuadamente para permitir su disfrute ordenado en base a ciertos horarios y reglas de conducta”.

En Villavicencio, aunque es un tema recurrente en diciembre por la época navideña, la invasión del espacio público ha venido, desde hace por lo menos seis años, en franco deterioro. Sencillamente pasó a un segundo plano en las prioridades de ejecución de los planes de desarrollo, como si se tratara de un problema que a nadie corresponde solucionarlo.

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En época preelectoral es peor, pues parece que es políticamente incorrecto tratar de actuar para retomar el control de andenes y plazas invadidos pues, creen, se reflejaría en sus ambiciones políticas. Así que no esperemos acciones en estas semanas.

Sabemos que es un problema de difícil resolución porque es transversal a la falta de empleo, a la pobreza y más recientemente a la migración masiva de venezolanos, sin embargo, mantener un control básico es esencial para que los villavicenses podamos al menos caminar por las calles del centro, una misión casi imposible por estos días en la capital del Meta.

Las herramientas existen. En el pasado, el ahora gobernador, Juan Guillermo Zuluaga, desarrolló un plan de formalización con más de 400 vendedores en el que paralelamente se ofreció una ubicación formal con casetas y se expidió una norma de aprovechamiento económico del espacio público, que mantenía a raya a quienes venían de otras regiones.

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Germán Ayala, exsecretario de Control Físico, fue criticado en su momento por los operativos para retirar a quienes no se acogieron al plan o a los vendedores foráneos que iban llegando, sin embargo, con la ejecución del plan, se dieron herramientas a esa oficina y a la Policía para poder actuar. Más que represión, la labor fue de pedagogía, pese a que existían verdaderos carteles del espacio público que se desmantelaron.

No se puede exigir que se arrase con los derechos que como seres humanos tienen quienes deben hacer el sacrificio de estar en la calle todo el día para llevar el sustento a sus hogares, sin embargo, el ejercicio de la autoridad no debe confundirse con el autoritarismo, y en el tema de la invasión del espacio público se necesita autoridad, organización y control.

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