Editorial | Lo que viene

Con seguridad, las próximas semanas el país quedará más polarizado de lo que ha estado en el último año. La preparación para la segunda vuelta presidencial crispará más los ánimos y como ha quedado demostrado, las pasiones y los odios superarán de lejos las ideas y propuestas coherentes entre candidatos. 

Volverán las encuestas, los debates televisivos buscando generar titulares y discusiones. Y no es que estos sean malos en sí mismos, en una democracia, son lógicas las opiniones de un lado y del otro. Sin embargo, en Colombia el odio y hasta el desprecio por aquel que piensa diferente, ha desvirtuado el valor de la discusión.

Desde este espacio hemos hecho el llamado a la ciudadanía para tenga un voto programático, alejado de las emociones, las campañas publicitarias y con el conocimiento pleno de las líneas gruesas de lo que propone cada aspirante.  Tomar decisiones libres de odios y de amores. 

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Hay incluso temas que en medio del ruido de la campaña han quedado por fuera de las propuestas o por lo menos en un segundo plano como el deporte, la financiación a los PDET, la cultura, la lucha contra la deforestación y otros que hemos querido cubrir en los especiales de Periódico del Meta.        

Más allá de quién sea, por el estado de las cosas, el próximo presidente se enfrentará a una situación social, política y económica muy compleja: seguro habrá protestas en las calles; acusaciones de fraude (casi todos los partidos han dicho desconfiar de la Registraduría) y vendrán cuatro años más de inestabilidad, alimentados por el odio. 

Las fuerzas de centro perdieron el espacio como alternativa, cuando sus mismos integrantes se enfrascaron en luchas internas, recibiendo el apoyo de personas que solo representaban “estar en contra de Uribe”, dejando por fuera otros espectros, mientras que “el voto de opinión” buscaba mucho más que eso. 

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Insistimos en que el país no cambiará por el simple hecho de que un candidato sea mejor que otro. Esa verdadera transformación que esperamos tenemos que iniciarla todos y cada uno de nosotros y nuestra forma de comportarnos con los demás y con Colombia. 

La educación con la que formemos a nuestros hijos; dejar a un lado el afán por el dinero a toda costa; no pensar que mi inteligencia va determinada en tomar ventaja de los demás serán buenos comienzos para mejorar el país.

Se ha derramado mucha sangre inocente en el país y no podemos permitir que esta situación continúe por las divisiones políticas, si desde nuestra cotidianidad no promovemos esos cambios de conductas, será imposible que cualquier persona que llegue al poder transforme mágicamente a la Nación. Recuerde que tendremos el presidente que merecemos.