“Relocos, papi” I Editorial
- Publicado en Jul 17, 2022
- Sección Columnistas
La falta de un acueducto que garantice la prestación del servicio en Villavicencio ha sido un dolor de cabeza constante, más de sus habitantes quienes tienen que soportar las fallas en el suministro, que para sus dirigentes políticos, quienes se conforman con ‘paños de agua tibia’ a la hora de plantear soluciones.
Al cabo de más de dos décadas de haber sido inaugurado, es claro que este sistema de acueducto, desde su diseño, tuvo grandes problemas que no fueron tenidos en cuenta, los cuales van desde la inestabilidad de la montaña, hasta el tipo de tubería usado para la captación del líquido.
El proyecto de acueducto por gravedad terminó desarrollándose porque eso era lo que una ciudad pequeña necesitaba en su momento, pero que sin duda rápidamente se quedó corto ante la demanda poblacional; el crecimiento urbanístico y la proyección social de Villavicencio.
Ahora, el servicio de acueducto es más un argumento politiquero de campaña; un caballito de batalla o un elemento para atacar a los contrincantes políticos, que realmente una problemática a la que se le deba dar solución, dentro de la planeación urbana de la capital.
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Hace cerca de 15 años, un grupo de expertos en hidráulica, que acompañó a la Universidad Nacional en unos estudios del acueducto por gravedad en la capital del Meta, manifestó que una de las obras en las que debería pensar Villavicencio a futuro sería la construcción de un embalse que le permita captar el agua abundante del invierno y almacenarla para los duros veranos.
Para ello, debería aprovechar la Planta de Tratamiento de La Esmeralda, recientemente modernizada y potencializada, pero también contemplar la posibilidad de inundar un terreno cercano y adecuado, para lo cual era necesario la compra de terrenos por parte de las administraciones locales.
Cada cierto tiempo pasan por la ciudad científicos o ‘locos’ con ideas como esas, las cuales al cabo de los años, y ante la necesidad apremiante de garantizar el abastecimiento del agua, no parecen tan descabelladas.
En otra oportunidad algunos otros ‘locos’ dijeron que Villavicencio debería asegurar al menos dos afluentes más que permitan garantizar la captación a futuro y que deberíamos aprovechar los ríos cercanos, antes de que Bogotá pensará en un Chingaza II o un “Chingaza III”.
Esta semana la Alcaldía de Villavicencio presentó a otro grupo de expertos coreanos, quienes trabajarán en la optimizar la potabilización del agua en la Planta de La Esmeralda, otro avance en entregar líquido de calidad a los habitantes, con una inversión cercana a los 20.000 millones, pero que no nos resuelve el problema por la falta de agua en las casas de los villavicenses.
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