Esta es la historia del llanero que salva animales en Ucrania

Niega ser mercenario, pues se enlistó en la legión extranjera del ejército ucraniano, y se considera un guardián de los animales en medio de la guerra. 

“En el momento de los bombardeos, uno queda aturdido, uno no sabe qué hacer porque son tantas cosas que pasan al mismo tiempo que a veces se bloquea la mente. En segundos se le pasa a uno toda la vida por delante”.

Mientras José Darío Camacho dice esto a través de un mensaje de voz con su celular, al fondo se escuchan aviones sobrevolar el sitio donde está. Son las 10 de la mañana del martes 12 de julio y desde las cuatro de la madrugada se levantó para iniciar un patrullaje en Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania.

Hasta allá lo mandó el ejército ucraniano en donde se enlistó después de vender su moto y otros enseres que tenía en Colombia. Hace tres meses tomó la decisión más importante de su vida para irse a un viaje que “me cambiará para siempre mi manera de ver el mundo”, según dice él mismo.

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Nació hace 43 años en Villavicencio, fue soldado profesional y aunque hace cinco años salió de su tierra, aún extraña la carne a la llanera; los paisajes del Meta, ir a pescar al río Humadea; a sus amigos y por supuesto a su familia.

¿Cómo termina un llanero enlistándose en una guerra a la que muchos le huyen?

“Por ver tanta muerte, tanta agresión de un país tan grande como Rusia, en contra de un país pequeño como Ucrania, de ver la manera en que mataban personas civiles, de ver bombardeos a la población inocente”, dice con convicción.

Sin embargo, la razón más fuerte que lo motivó a irse, la tiene más clara: “ver que la gente salía desplazada de sus ciudades y los animales quedaban solos, tal vez esperando a los dueños que nunca volverán”.

Sí. Perros, gatos, ovejas, gallinas y cuanto animal se encuentre a su camino, José Darío lo va recogiendo y, además de darles comida, intenta ponerlo en lugares lejos de la zona cero (donde ya han bombardeado) o llevarlos a aldeas en donde no correrán tanto peligro.

No da muchos detalles, pero José dice que cuando era más joven también fue desplazado por personas muy poderosas que se quedaron con su tierra. Esa solidaridad lo mueve a estar del lado de los desarraigados en Ucrania.

 “Así trate de llevar a los animales a zonas seguras, muchas veces mueren; no están totalmente a salvo. Hace una semana murieron 5 gatos por la onda explosiva de un misil que cayó cerquita”, dice Camacho con voz agitada, mientras se escucha el traqueteo del pesado equipaje militar, el golpeteo del chaleco blindado contra las municiones y las botas rasgando pasos rápidos en un camino de tierra y piedra.

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En el audio, cuando José deja de hablar, se escucha apenas el viento susurrar, y unos gritos militares dando órdenes muy lejos.

“Yo creo que si tuviera la oportunidad también lo haría en el Meta, teniendo en cuenta que allá también hay mucho desplazado que debe irse sin sus animales en medio del conflicto”, cuenta el llanero quien también ha salvado animales en terremotos de Ecuador y México.

“Como lo perdí todo cuando me desplazaron, no estoy aferrado a nada. Tener cosas materiales no me llama la atención, prefiero ayudar a personas y animales”, asegura.

Un futuro en medio del dolor

Con su la Fuerza de Defensa Territorial, a la que está adscrito, José Darío Camacho piensa quedarse un año más en la región del Donbás; sacar a los animales que más pueda y mientras tanto seguir recogiendo comida y donaciones para que no aguanten hambre.

“Sé que estar aquí me cambiará por completo el resto de mi vida. Ver morir a tanto amigo compañero, civiles, animales, es algo caótico. No hay manera de expresarle a usted el dolor que se siente estar aquí”, dice, mientras detiene un poco la marcha para descansar un poco.

Toma aire, suspira y dice: “guardo la esperanza de algún día volver al Meta, pero mientras tanto cada vez que sobrevuela un avión cierro mis ojos y le pido a Dios que los misiles no vayan a caer encima. Cuando todo termina empiezas a contar compañeros y darle gracias a Dios que estemos completos y si alguno muere, orar para que no haya sufrido”.

Afirma que a la base militar donde está, llegan a diario muchos soldados voluntarios pero no duran ni dos días porque no resisten el miedo a los bombardeos o de ver cómo caen otros soldados muertos.

“Creo que Dios me da la fortaleza del llanero. Como decimos, ‘somos llaneros patirrajados’ y no nos atemorizamos fácil. Me siento orgulloso de ser del Llano y quiero que cuando la gente lea esto se sienta orgullosa de que aquí hay un llanero representándolos”, asegura.

¿Quiere enviarle un saludo a alguien?

“Claro, a mi madre, Flor Lili, y a mi padre, José del Carmen. A mi hijo Luis Felipe a Paula Daza a Alejandra Daza y a sus señores padres quienes han estado pendientes de mí desde que llegué aquí. Y un saludo a esas personas que ayudan animalitos de las calles; a ellos mi más grande admiración y respeto”. 

Quien desee aportar, José tiene una cuenta en Bancolombia que le permite retirar en moneda ucraniana para comparar alimento para animales. La cuenta de ahorros es 37700000732.

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