Trabajo sexual, oficio invisible
- Publicado en Jul 06, 2024
- Sección Villavicencio, Lo Mas Reciente
A pesar de que hay una reglamentación para garantizar sus derechos, en la ciudad aún hacen falta políticas claras para atender a esta población.
Por Alejandro Monasterio / Especial Periódico del Meta
Por la madrugada, en la conocida Calle del Zodiaco de Villavicencio, Gabriela llega desde un barrio alejado para buscar dinero y tratar de cubrir los gastos suyos y de su hijo de dos años. Cerca de allí, Naila espera a un cliente en una esquina del Villa Julia; mientras que Camilo se publicita en páginas web y aplicaciones para vender sexo en su casa o donde el cliente lo cite. Apenas son tres de las historias de trabajadores sexuales que enfrentan la severidad de la calle cada día.
Gabriela, de 17 años, es trabajadora sexual desde los 14, empujada a este mundo por la persona con quien vivía. “Este trabajo siempre es difícil, pero hay que saber sobrellevar a las personas” dice, mientras explica que es migrante venezolana, llegada a esta ciudad hace ocho años.
Alexandra de Rivas, representante de la Asociación de Venezolanos en el Llano, Llanovencol, afirma que “muchas migrantes venezolanas se ven obligadas a ejercer la prostitución para sobrevivir. Algo más grave son quienes han sido engañadas y traídas para otros oficios, pero terminan obligadas a ejercer la prostitución hasta que logran huir”.
Naila, una mujer transgénero de 40 años, llegó de Cúcuta desplazada por amenazas de guerrilleros y encontró en el trabajo sexual una salida ante la falta de oportunidades.
“Anteriormente a las transgéneros nos cerraban las puertas, era ser trabajadora sexual o peluquera, y la peluquería nunca me gustó” explica. Juan del Toro, representante de la curul de personas trans en el municipio, afirma que “la población siempre ha sido segregada a estas dos actividades. No se está abierto a la vinculación laboral de personas trans”.
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Camilo, de 27 años, trabaja sexualmente desde 2017 por medio de aplicaciones digitales. “La gente mostraba interés en mí, pero solo sexual, por lo que decidí sacar provecho, la diferencia es que yo cobro”.
Todos cuidan su salud sexual usando preservativos. Camilo se realiza pruebas de contagio de enfermedades sexuales cada 6 meses, e incluso clientes se las han llegado a pagar.
En cuanto a la salud mental, Gabriela afirmó que al principio le afectaba bastante, pero “ahora no le doy importancia y lo sobrellevo“. Naila encuentra fortaleza en sus metas, “me cuido enfocándome en lo que quiero hacer y para dónde voy. Mis metas son lo más importante en mi vida”.
A Camilo, desde temprana edad los amigos de entonces lo agredían y hablaban mal de él por el oficio: “el bullying de verdad puede afectar, yo sé que algunas personas hablan muy mal de mí, pero eso me tiene sin cuidado ya”.
En Villavicencio, según un sondeo realizado por la Alcaldía en 2023, el 36% de las mujeres sí cuentan con servicios de salud, el 61% dijo que no (esto debido a la situación de documentación que tienen algunas migrantes) y el 4% restante no sabe; de estas mujeres el 25% tiene atención subsidiada por el Sisben; el 11% es régimen contributivo; el 14% no sabe y el 50% no contaba con afiliación.
La inseguridad es una constante. Gabriela ha visto “amigas golpeadas y algunas asesinadas”, Naila ha sido agredida, “le tiran piedras, e incluso la misma Policía se mete con una”, y Camilo ha sido robado, y en una ocasión estuvo con un cliente que tenía una pistola en la mesa. “Si yo fuera débil ya me hubieran matado” aseguró.
La secretaría municipal de la Mujer y la Dirección OSIGD han trabajado junto a la Personería Municipal para entender las problemáticas de las trabajadoras sexuales. Según Edna Silva, personera auxiliar, “en zonas como San Isidro y Barzal, enfrentan inseguridad constante y persecución policial. Muchas son madres y migrantes buscando subsistir. Ellas demandan garantías de seguridad y oportunidades de empleo. Hay chicas con excelentes ideas de negocio, pero sin capital”.
Ana María Morales, exsecretaria de la Mujer en el 2021, en una lectura territorial concluye que “esta población en mayoría es flotante, por lo que es complejo caracterizarla. La sociedad tiende a discriminarles, y cuando ven el chaleco o logos instituciones, piensan que nosotros también lo hacemos”.
Para el desarrollo de este artículo contactamos a la actual secretaria de la Mujer, Jenny Mesa, pero no fue posible obtener su respuesta, sin embargo, para las personas consultadas coinciden en que el trabajo sexual en Villavicencio enfrenta desafíos por lo que también exigen garantías de seguridad y oportunidades de empleo.
Mientras que las instituciones y sus funcionarios deciden como regular y adoptar políticas de apoyo al oficio sexual, si es que hay voluntad, personas como Gabriela, Naila y Camilo seguirán trabajando con las violencias a su alrededor y tratando de construirse un camino que les permita superar las realidades que los empujo allí.
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