viernes, 29 de marzo de 2024

Se fue Joaquín Rico, un llanero completo


Joaquin Rico
Joaquin Rico
RP
Redacción PDM

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Como buen llanero, Joaquín Rico madrugó a cumplir la última cita de su vida. A las dos de la mañana del pasado 26 de enero dejó de existir uno de los últimos juglares del Llano.

Algunos recuerdan una final del Festival Cimarrón de Cimarrones, en la plaza de La Resurrección de Yopal, cuando se enfrentaron en un fiero duelo musical Wilton Gámez frente a Joaquín Rico. Era el enfrentamiento definitivo entre quien era una de las voces jóvenes más importantes del joropo, contra la experiencia y veteranía recia de un innato cantante llanero.

Un grito vaquero que sonó por todo el Llano definió aquella noche la competencia.        

“Era uno de los últimos juglares del Llano. Su garganta viva tenía un estilo personal en cada interpretación. Era el canto de la defensa llanera. Alzarse con el Cimarrón de Cimarrones ya longevo, y sus rivales mucho más jóvenes que él, fue una demostración soberbia”, dijo el periodista y locutor Francisco ‘Pancho’ Ávila en el programa ‘Oropeza Vive y cuenta’.

Y así muchos recuerdan a Joaquín Eduardo Rico Gallardo, más conocido como ‘El rompesuelo del Llano’, quien murió el pasado martes debido a las complicaciones ocasionadas por el Alzheimer que padecía desde hacía varios años. 

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Joaquin Rico

Rico nació en la hacienda La Mapora, de Arauca, el 27 de abril 1939. Aprendió solo, muy joven, a tocar cuatro, a contrapuntear y estuvo en las faenas propias del campo llanero hasta los 15 años. 

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Fue el mismísimo Miguel Ángel Martín quien se lo llevó a Villavicencio donde tocó por primera vez con los Hermanos Parales en un auditorio. Pero es solo hasta 1981, en San Martín, donde concursa y por primera vez gana en dos modalidades diferentes en el mismo festival: como intérprete y como bailador. 

Su hijo, Carlos Rico ‘El propio cimarronero’, recuerda que el apodo de ‘Rompesuelo’ se lo pusieron porque, además de un estilo particular para el zapateo llanero, una vez bailando con su gran pareja Gladys de Quinitiva en un festival “en la tarima de madera, la pata le pasó derecho cuando hizo un zapateo muy fuerte”. Al quebrar la tabla el apodo llegó de inmediato a los que lo ovacionaron: ‘El Rompesuelo del Llano’.

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Joaquín  Rico vivió en Tauramena (Casanare) los últimos años de su vida y fue velado en la Casa de la Cultura de ese municipio, donde también había pedido ser enterrado.  

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“A pesar del Alzheimer, nunca me olvidó, nunca olvidó mi presencia. Es más, recuerdo una anécdota porque cuando yo era niño, mi padre compraba ganado, Teníamos 200 toros para atravesar el río Casanare que estaba crecido y hondo. Tenía como 12 años y japiando el ganado me le metí en un descuido a la mitad del río y mi papá se asustó. Mandó a un canoero a que me 

sacara. Me hizo arrodillar y me dio un mantecazo con un chaparro. Y dijo: Usted debe cuidarse porque me ha costado plata ponerlo donde usted está.  Hace unos dos años, ya con Alzheimer avanzado, me dijo exactamente lo mismo”, recordó Carlos Rico en ‘Oropeza Vive y cuenta’.  

Por su parte Walter Silva dijo sentirse reconfortado de haber conocido y escuchado a esa generación de oro de la música llanera en la que están Tirso Delgado, Alberto Curvelo, y don Joaquín Rico, entre muchos otros. 

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Joaquin Rico

“Yo estudiaba en Pore y el maestro había sacado un casette en donde grabó El Tacamajaca. Esa fue la primera canción que escuché de él. Me decía ‘jeme’ y recuerdo con mucho cariño una amistad muy bonita. Además tengo que decir que una de mis primeras canciones que grabé fue ‘Yo la quería’, una composición del maestro Joaquín Rico”, aseguró Silva.

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Agradeció el esfuerzo de Rico y otros maestros del joropo que se convirtieron en los precursores y responsables de que la música llanera viva: “ellos eran de los que grababan un disco, se lo echaban debajo del brazo y a recorrer los pueblos para venderlos y hacerse conocer. Somos fruto de esta gente que es invaluable”.     

Para Jairo ‘Topo’ Solano, Rico era uno de esos “personajes de leyenda” caracterizado porque además de cantar muy bien, era un gran bailador. “Joaquín pertenecía a un selecto grupo de intérpretes criollos que jugaba un papel importante en el desarrollo de la música y en la conservación de sus raíces. Yo lo conocí una vez por una invitación del ‘Cholo’ Valderrama en los años 75 o 76 en Paz de Ariporo”, recordó Solano.

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A la muerte de Rico se suma también la de muchos otros folcloristas criollos como Pedro Nel Suárez (‘Galón’), quien falleció en agosto del 2020 y uno de los últimos cantadores de vaquería de la sabana.

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“Se fueron garzas y se secó el morichal, se fue mi padre, aquel hombre tan llanero. Y de tristeza se secó hasta el manantial. Se fue aquel hombre que nunca decía que no; a los compliques de la mala situación, siempre adelante le dio su frente a la vida y con caída demostró ser un varón…    

“Hoy sus recuerdos se miran por todas partes: la corraleja, el botalón y el chiquero…”  

Aunque la canción ‘El ocaso de la vida’ de su álbum ‘La virtud del hombre criollo’ la dedicó a la muerte de su padre, bien hoy podrían dedicársela al ‘Rompesuelo’.

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