viernes, 29 de marzo de 2024

Saberes ancestrales con voz


Saberes ancestrales con voz 1
RP
Redacción PDM

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Ana Belén Babativa es una relatora de historias que vive cada uno de sus saberes.
“Uno tiene que ponerle alegría a la vida y no demostrarle la herida a nadie”. Desde hace seis años se dedica a rescatar la cultura llanera. Por sus venas corre el amor a una tierra en la que encontró esperanza y felicidad.

Con 65 años de edad, Ana Belén Babativa, nacida en Medina (Cundinamarca), realiza actividades propias del Llano. Aunque no se formó para esto, empíricamente y con profundo amor por sus raíces llaneras, comparte con orgullo sus saberes ancestrales. Al Meta llegó hace 22 años, y hace seis, trabaja por conservar la esencia de una tierra que le ha brindado mucho.

Desde niña tuvo que ayudar con los quehaceres de su casa, cuando se levantaba a las 3 de la mañana y junto con su mamá, atendían los obreros que llegaban a trabajar. Las labores en el campo la llevaron a sentir pasión por lo que hoy más disfruta.

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“Madrugaba para moler, hacer la arepa, el caldo, el tinto y ordeñar. Mis papás no tenían mucho ganado, apenas seis o siete vacas lecheras. A raíz de la vida en el campo se me despierta el interés por el trabajo del Llano. Yo era feliz con los becerros, cantaba, silbaba, hacía de todo. Lo mismo en la mañana para ordeñar, era mejor estar ordeñando o cantando que estar al pie del fogón, una tarea dura, y más a esa edad, el grandor del asador dificultaba muchas cosas, por ejemplo. O de pronto, dejar quemar la arepa, con esa misma le daban a uno”, dijo entre risas Ana Belén.

Si bien ama y proyecta con orgullo su amor por el Llano, desde niña tuvo el anhelo de convertirse en una mujer estudiada y soñaba con ser cantante. Y aunque sus sueños se vieron truncados por la falta de oportunidades que en esa época prevalecían, no fue impedimento para que hoy sienta que tiene lo que necesita.

A muy corta edad, tuvo que trasladarse a casa de su abuela, como una solución que le permitiera culminar su corta educación, ante las dificultades de acceso que tenía.

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“En la vereda donde nosotros vivíamos, había una escuelita como a medida hora,
pero no había profesor, la única manera de poder estudiar era cerca donde mi abuela,
donde gastábamos una hora y media caminando por la sabana para llegar. Allí estuve como 6 meses, mientras aprendía leer, a escribir e hice la primera comunión. Solamente tengo segundo de primaria, mis padres no me pudieron dar estudio, pero con eso me ha bastado para sostenerme”, expresó la medinense.

Ya en su adolescencia, Belén cuenta cómo las ideologías en esa época influyeron para
que muy joven hiciera vida matrimonial, sin derecho a reprochar. 

“Solo tuve un novio, y en ese tiempo no importaba si quería o no, tocaba. Me casé cuando
iba a cumplir 15 años. En esa época en vez de aconsejarnos o guiarnos hacía otros proyectos, simplemente imponían las cosas. Tuve 8 hijos, uno murió a los tres días de nacido y otro me lo mataron cuando tenía 23 años. Tiempo después mi marido se fue con otra mujer, uno creía que iba a hacer para toda la vida…”

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Continuaba ejerciendo labores del hogar. Sus capacidades para el trabajo del llano y el canto, las adquirió empíricamente y resultaron ser el escape a situaciones adversas de su vida, y lo que hoy por hoy le ha permitido vivir experiencias
maravillosas.

“Estos saberes de nuestro patrimonio inmaterial, para mí ha sido un renacer, porque me
permite hacer lo que quiero, lo que siempre he tenido en mi corazón. Gracias a estos trabajos he conocido excelentes amigos que me brindan apoyo y me animan. Yo me sentía ahogada en mis situaciones de soledad, a raíz de eso salí de todas estas cosas que me generaban carga”, sostuvo la también bailadora de joropo criollo.

Su día comienza a las 5 de la mañana, cuando se levanta a hacer el desayuno y junto con una de sus nueras, preparan el almuerzo. También asiste tres días a la semana al grupo de adultos mayores en Cumaral, en donde se radicó hace 20 años, y con quienes realiza ejercicios en la mañana, se regala un tiempo de diversión y cuenta que “ahorita que ya
pasó un poco la pandemia, visitamos enfermos, esto también me gusta mucho”.

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Su trabajo la ha llevado a acaparar la atención de medios locales y nacionales, sin embargo, dice que para ella es algo normal y que, aunque la enorgullece “lo importante es conservar la humildad”. Dentro sus hobbies está escuchar música llanera, pues afirma que hacerlo la transporta a sus raíces y a los recorridos que realizaba por la sabana.

Aunque según cuenta que sus hijos y nietos no heredaron del todo estas costumbres llaneras, ella, desde su diario vivir, lleva en sus venas las tradiciones de una tierra que le ha permitido gozar de muchas alegrías.

Con esa misma sonrisa que la caracteriza, Ana Belén envía un mensaje a las nuevas generaciones para que se apropien de la riqueza que emana esta tierra llanera: “yo les digo a las nuevas generaciones que se enfoquen mas es rescatar las tradiciones llaneras, en vez de pasar tanto tiempo en la tecnología, que muchas veces no les permite ver las maravillas que tenemos a nuestro alrededor”.

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